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* Formarnos interiormente es como limpiar el canal para que el agua pura del Evangelio llegue a los demás. Formarse es ya un acto de caridad para con el prójimo. * Formarse implica darle más y más espacio a Cristo en la propia vida, y ello implica un proceso de cruz, o incluso, diríamos, de muerte: morir a nosotros mismos. Así lo expresó y vivió San Pablo. * ¿Cómo se formaban los primeros apóstoles? Compartiendo la vida. Así formó Cristo a los suyos, y así obró Pablo con Timoteo y Tito. Ese tipo de formación "por proximidad" fue lo más común para los sacerdotes durante más de mil años, por lo menos en lo que atañe al clero que llamamos "diocesano." * Otra línea de formación vino por el camino monástico. El impulso primero en la vocación del monje no es la atención pastoral al Pueblo de Dios sino el llamado a vivir el Evangelio hasta "ser Evangelio," por así decirlo. Pero esa búsqueda sincera, y en ocasiones, intensa y cargada de amor, hizo que muchos monjes fueran considerados por la Iglesia como candidatos óptimos para servir a otros el Pan de la Palabra, la gracia de los sacramentos y el cuidado pastoral siempre tan urgente. * Ante los graves desafíos de todo orden que enfrentó la Iglesia en el siglo XVI, el Concilio de Trento ordenó que de modo ordinario la formación sacerdotal se diera en el contexto de lo que nosotros llamamos "seminarios." * Un seminario intenta recoger lo mejor de las dos tradiciones de formación: la convivencia cercana y fraterna con hermanos sacerdotes ya más experimentados, y el necesario recogimiento que ayuda a escuchar con mayor profundidad la voz y el querer de Dios. * Un seminario no es entonces propiamente una familia (en la que los esposos se han escogido, pues nosotros hemos sido escogidos por Cristo); ni una universidad (en la que prima el interés propio y la búsqueda de compensaciones); ni un regimiento militar (que de suyo no tiende a la formación en la compasión y la misericordia). * * * Más predicación en: http://fraynelson.com/blog ADEMÁS: Suscríbete gratuitamente a mi boletín diario de evangelización: http://fraynelson.com/suscripciones.html Página de los DOMINICOS en Colombia: http://opcolombia.org


10:49 a.m.


Jesús sube al monte con los tres discípulos que ha escogido. Después, queda transfigurado por una luz brillante y divina, hasta el punto que sus vestidos resplandecían como la luz. Seguidamente, Moisés y Elías, enmarcando a Jesús, hablaban entre ellos de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén, es decir, del misterio de su encarnación y de su Pasión salvadora, que se iba a realizar sobre la cruz. Porque si es verdad que la Ley de Moisés y la predicación de los profetas habían ya mostrado por adelantado el misterio de Cristo... esta presencia de Moisés y Elías y su conversación tenía por finalidad mostrar que la Ley y los profetas formaban como la escolta de nuestro Señor Jesucristo, el Señor que ellos habían enseñado... Después de su aparición, no se callaron sino que hablaban de la gloria que el mismo Señor iba a quedar lleno, en Jerusalén por su Pasión y su cruz, y sobre todo, por su Resurrección. Es posible que el bienaventurado Pedro, creyendo que el acontecimiento del reino de Dios había llegado, deseara permanecer en el monte cuando dijo que era necesario «hacer tres chozas, no sabiendo lo que decía». Porque no ha llegado el tiempo del fin del mundo, no es ahora que los santos gozarán de la esperanza que les ha sido prometida. Porque san Pablo afirma: «Él transformará nuestra condición humilde según el modelo de su condición gloriosa» (Flp 3,21). Puesto que el plan de salvación no estaba todavía acabado sino tan sólo en su comienzo, no era posible que Cristo, venido al mundo por amor, renuncie a querer sufrir por él. Porque tomó la naturaleza humana para sufrir la muerte en su carne y destruirla por su resurrección de entre los muertos.

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