Ártículos Más Recientes

8:00 p.m. ,


Reflexión breve de Mt 5,27-32: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio."


10:42 a.m.


Tenía confianza, incluso cuando dije: “¡Qué grande es mi desgracia!”. Yo, que en mi turbación llegué a decir: “¡Los hombres son todos mentirosos!”. ¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo.

10:42 a.m.


Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio. Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.

10:42 a.m.


     La Ley fue promulgada primeramente para esclavos, a fin de educar al alma a través de las cosas exteriores y corporales, conduciéndola, en cierta manera, como con una cadena hacia la docilidad a los mandamientos, para que el hombre aprendiera a obedecer a Dios. Pero el Verbo de Dios liberó al alma; le enseño, de manera voluntaria,  a purificar libremente también el cuerpo. Desde entonces era necesario hacer saltar las cadenas de la servidumbre gracias a las cuales el hombre se había podido formar y en adelante sirviera a Dios sin cadenas. Pero al mismo tiempo que se comprendían los preceptos de la libertad, era preciso reforzar la sumisión al Rey, para que nadie no se hiciera atrás y se mostrara indigno de su Libertador... Por eso el Señor nos dio por contraseña, en lugar de no cometer adulterio, incluso no codiciar; en lugar de no matar, ni tan sólo ponernos coléricos; en lugar de simplemente pagar el diezmo, distribuir todos los bienes a los pobres; amar no solamente a nuestros prójimos, sino también a nuestros enemigos; no tan sólo ser «generosos y prontos a compartir» (1Tm 6,18), sino más aún, dar gratuitamente nuestros bienes a los que nos los quitan... Nuestro Señor, pues, la Palabra de Dios, primero comprometió a los hombres a una servidumbre para con Dios y después liberó a los que le estaban sometidos. Como él mismo lo dice a sus discípulos: «Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (Jn 15,15)... Haciendo de sus discípulos los amigos de Dios, nos muestra claramente que él es el Verbo, la Palabra de Dios. Porque es por haber seguido su llamada  espontáneamente y sin cadenas, en la generosidad de su fe, que Abraham llegó a ser «amigo de Dios» (St 2,23; Is 41,8).

10:42 a.m.


Y guárdense todos los hermanos de calumniar y de contender de palabra (cf. 2Tim 2,14); más bien, empéñense en callar, siempre que Dios les dé la gracia. Ni litiguen entre sí ni con otros, sino procuren responder humildemente, diciendo: Soy un siervo inútil (cf. Lc 17,10). Y no sean coléricos, porque todo el que se deja llevar de la ira contra su hermano será condenado en juicio; el que dijere a su hermano: Raca, será condenado por la asamblea; el que le dijere: Fatuo, será condenado a la gehena de fuego (Mt 5,22). Y ámense mutuamente, como dice el Señor: Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 15,12). Y muestren con obras (cf. Sant 2,18) el amor que se tienen mutuamente, como dice el apóstol: No amemos de palabra y de boca, sino de obra y de verdad (1Jn 3,18). Y a nadie insulten (cf. Tit 3,2); no murmuren ni difamen a otros, porque está escrito: Los murmuradores y difamadores son odiosos para Dios (cf. Rom 1,29). Y sean mesurados, mostrando una total mansedumbre para con todos los hombres (cf. Tit 10 - 11 3,2); no juzguen, no condenen. Y, como dice el Señor, no reparen en los pecados más pequeños de los otros (cf. Mt 7,3; Lc 6,41), sino, más bien, recapaciten en los propios en la amargura de su alma (Is 38,15). Y esfuércense en entrar por la puerta angosta (Lc 13,24), porque dice el Señor: Angosta es la puerta, y estrecha la senda que lleva a la vida y son pocos los que la encuentran (Mt 7,14).

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.