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CELEBRA LA #PasióndelSeñor. VÍVELA CON DEVOCIÓN, DALE ME GUSTA Y COMPÁRTELA. Esta celebración virtual es un servicio gratuito de evangelización digital, producido por #AménComunicaciones desde Medellín, Colombia. Encuentra más contenidos en nuestro sitio web y redes sociales: http://www.amencomunicaciones.com/ NO MUERO ENTRO A LA VERDADERA VIDA. Hoy VIERNES SANTO, 19 de abril de 2019 se conmemora La pasión, crucifixión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. IDEAS CENTRALES DE LAS LECTURAS LITURGICAS DE VIERNES SANTO. EVANGELIO DE SAN JUAN 18, 1-19,42 /PROCLAMACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR JESÚS es apresado por guardas de los sumos sacerdotes. JUDAS lo traiciona. PEDRO lo niega a 3 veces. PILATOS lo entrega a los judíos a pesar de que NO encuentra culpa en él y suelta a Barrabas. Los SUMOS SACERDOTES, no reconocen a JESÚS como el REY. JESÚS es azotado y crucificado. JESÚS le entrega a Juan el cuidado de su madre. JESÚS dice “TODO ESTA CUMPLIDO” y muere. SALMO 31 / “PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU” CARTA A LOS HEBREOS 4,14-16; 5, 7-9 / JESÚS ES EL SUMO SACERDOTE GRANDE Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro gran SUMO SACERDOTE GRANDE que ha entrado en el cielo. Por eso debemos seguir firmes en la fe que profesamos. No tengamos un SUMO SACERDOTE incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, ÉL es SALVADOR de vida eterna. ISAIAS 52, 13-53/ Es la lectura sobre el SUFRIMIENTO y la GLORIA del siervo así: GLORIA: “Miren, mi siervo triunfará; será exaltado, levantado y muy enaltecido” SUFRIMIENTO: “Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento” TRES GRANDES ENSEÑANZAS PARA ESTE DIA VIERNES SANTO. APRENDAMOS A HACER LA VOLUNTAD DEL BUEN PADRE DIOS. ¡Hágase tu voluntad! es el mensaje de JESÚS para tu vida. En la obediencia a DIOS hay un claro camino de libertad interior. ABRAZA TU CRUZ LA Cruz es fuerza de DIOS, Sabiduría de DIOS para el hombre de FE. JESÚS dice: “ El que realmente quiera ser mi discípulo, que muera así mismo, a su voluntad y que cargue con su Cruz de cada día” Amar la Cruz es camino seguro al Cielo (Santa Rosa de Lima). LA MUERTE NO ES EL FRACASO DEL PROYECTO HUMANO, SINO LA CONDICIÓN NECESARIA PARA RESUCITAR Y RECIBIR LA NUEVA VIDA. La muerte NO es el fin, es el inicio de la vida plena. Yo no muero, yo entro a la verdadera vida. VIVE LA SEMANA SANTA CON DEVOCIÓN. Escucha en Amén Radio: http://tun.in/sffI1 Síguenos en Amén Comunicaciones: Facebook Amén: https://www.facebook.com/amencomunica... YouTube Amén: https://www.youtube.com/c/amencomunic... Instagram Amén: https://instagram.com/amencomunicacio... Twitter Amén: https://twitter.com/amencomunica


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*Viernes Santo*
*El Evangelio de hoy*
*Pasión de Nuestro Señor Jesucristo*
*Juan 18, 1-19, 42*

† Cristo: Sacerdote
C. Cronista: Diácono o lector/a
S. Sinagoga: Un lector hombre o mujer
P. Pueblo: Toda la asamblea de los fieles

C. En aquel tiempo Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró en el huerto con linternas, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
†. «¿A quién buscan?»
C. Le contestaron:
S. «A Jesús el Nazareno».
C. Les dijo Jesús:
†. «Yo soy».
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar:
†. «¿A quién buscan?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Jesús el Nazareno».
C. Jesús contestó:
†. «Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan».
C. Así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
†. «Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?»
C. El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».
Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro:
S. «¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?»
C. Él dijo:
S. «No lo soy».
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó:
†. «Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho».
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús diciéndole:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?»
C. Jesús respondió:
†. «Si he faltado al hablar, demuestra en qué he fallado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también uno de sus discípulos?»
C. El lo negó diciendo:
S. «No lo soy».
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquél a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo con él en el huerto?»
C. Pedro volvió a negarlo y en seguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al Pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua. Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y dijo:
S. «¿De qué acusan a ese hombre?»
C. Le contestaron:
S. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído».
C. Pilato les dijo:
S. «Pues llévenselo y júzguenlo según su ley».
C. Los judíos le respondieron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie».
C. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el Pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le contestó:
†. «¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?»
C. Pilato le respondió:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué es lo que has hecho?»
C. Jesús le contestó:
†. «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
C. Pilato le dijo:
S. «Conque ¿tú eres rey?»
C. Jesús le contestó:
†. «Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».
C. Pilato le dijo:
S. «Y ¿qué es la verdad?»
C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
S. «No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?»
C. Pero todos ellos gritaron:
P. «¡No, a ése no! ¡A Barrabás!».
C. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él le decían:
S. «¡Viva el rey de los Judíos!»
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa».
C. Salió pues, Jesús llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. «Aquí está el hombre».
C. Cuando lo vieron los sacerdotes y sus servidores, gritaron:
P. «¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él».
C. Los judíos le contestaron:
P. «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios».
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el Pretorio, dijo a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»
C. Jesús le contestó:
†. «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».
C. Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
P. «Si sueltas a ése, no eres amigo del César.
C. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «El Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
S. «Aquí tienen a su Rey».
C. Ellos gritaron:
P. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿A su rey voy a crucificar?»
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que el César».
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús el Nazareno, el Rey de los Judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato:
S. «No escribas “El rey de los judíos”, sino “Este ha dicho: Soy rey de los judíos”».
C. Pilato les contestó:
S. «Lo escrito, escrito está».
C. Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Pero se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echemos suerte para ver a quién le toca».
C. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica”. Y eso hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre María la de Cleofás y María la Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre:
†. «Mujer, ahí está tu hijo».
C. Luego al discípulo:
†. «Ahí está tu madre».
C. Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
†. «Tengo sed».
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, probó el vinagre y dijo:
†. « Todo está cumplido».
C. e, inclinando la cabeza, entregó el Espíritu.

En este momento todos se arrodillan y oran unos momentos en silencio.

C. Entonces los judíos, como era el día de la preparación de la pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua. El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: “No le quebrarán ningún hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que traspasaron”.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús.

*Reflexión*
El viernes santo nos reunimos para conmemorar el mayor acto de amor producido por un hombre. Jesús de Nazaret. Entramos en la Iglesia, y todo está sobrio, de luto.
En el Evangelio se nos narrará el camino de violencia que Jesús padeció hasta ser clavado en la Cruz.
La realeza de Jesús no es de este mundo, se distingue de nuestro mundo, porque no rechaza ni devuelve con violencia. Paga con amor y con: “padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
La violencia de Jesús pasa por la discriminación, lo excluyen por ser ayuda servir a los demás sin medidas.
Acompañemos a Jesús en la Hora de su muerte. Sintamos el dolor del peso de la Cruz. Seamos Cireneos para tantos hermanos que sufren hoy en día. Que en vez de ayudar, le ponemos más peso a la Cruz. Que sepamos vivir este día con esperanza y sabiendo que ese amor que se entrega hasta las últimas gotas de sangre, tiene una palabra de aliento para cada uno de nosotros. Que por su Cruz, nos ha salvado. Solo tenemos que dejar que habite en nosotros y que María a pesar del dolor de ver a su Hijo muerto, nos dejó un gran testimonio.

*Oración*
Señor Jesús, dame la gracia de escuchar tu voz y poder seguirla con amor. Amén.

*Acción*
Hoy cumpliré con el ayuno y acompañaré a Jesús en su camino al calvario.
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_”Nuntium Verbi Dei”_
_“Mensaje de la palabra de Dios”_
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Suscríbete a nuestro canal 👉 http://bit.ly/SuscribeteTeleVID 👈 El Padre Fray Luis Enrique Orozco comparte con nosotros el #EvangelioDeHoy Viernes Santo 19 de Abril 2019, Isaias Capítulo 52 Versículos 13 al 53,12. Conéctate con la #LectioDivina 📖 http://bit.ly/EvangelioDeHoy Miren, mi siervo triunfará; será exaltado, levantado y muy enaltecido. Muchos se asombraron de él, pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto! Del mismo modo, muchas naciones se asombrarán, y en su presencia enmudecerán los reyes, porque verán lo que no se les había anunciado, y entenderán lo que no habían oído. ¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor? Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable. Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado.Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca. Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la transgresión de mi pueblo. Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca. Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y, como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará sus días, y llevará a cabo la voluntad del Señor. Después de su sufrimiento, verá la luz[e] y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos. Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes, y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores. #PalabraDelSeñor Eucaristía de hoy: 👉 http://bit.ly/SantaMisaTeleVID 👈 Santo rosario: 👉 http://bit.ly/SantoRosarioCatolico 👈 Síguenos y haz parte de nuestro canal: YouTube: https://www.youtube.com/c/TeleVID Facebook: https://www.facebook.com/televid.tv Twitter: https://twitter.com/Canaltelevid Página web: http://www.televid.tv/ Haz tus donaciones en: http://televid.tv/donar/


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Por: H. Alexis Montiel, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús mío, permíteme unirme nuevamente a los padecimientos de tu cruz, para que te busque a Ti por encima de mis dolencias y pesares de modo que, ante tu cruz, desaparezca todo dolor, toda pena, toda aflicción, y permanezca solo el amor a Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 18,1-19,42

Apresaron a Jesús y lo ataron
En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos.

Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo: "¿A quién buscan?". Le contestaron: "A Jesús, el nazareno". Les dijo Jesús: "Yo soy". Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles "Yo soy", retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar: "¿A quién buscan?". Ellos dijeron: "A Jesús, el nazareno". Jesús contestó: "Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan". Así se cumplió lo que Jesús había dicho: 'No he perdido a ninguno de los que me diste'.

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: "Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?".

Llevaron a Jesús primero ante Anás.
El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: 'Conviene que muera un solo hombre por el pueblo'.

Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?". Él dijo: "No lo soy". Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó: "Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho".

Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole: "¿Así contestas al sumo sacerdote?". Jesús le respondió: "Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?". Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

¿No eres tú también uno de los discípulos? No lo soy.
Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". Él lo negó diciendo: "No lo soy". Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: "¿Qué no te vi yo con él en el huerto?". Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.

Mi Reino no es de este mundo.
Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua.

Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo: "¿De qué acusan a este hombre?". Le contestaron: "Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído". Pilato les dijo: "Pues llévenselo y júzguenlo según su ley". Los judíos le respondieron: "No estamos autorizados a dar muerte a nadie". Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres Tú el rey de los judíos?". Jesús le contestó: "¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?". Pilato le respondió: "¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?". Jesús le contestó: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí". Pilato le dijo: "¿Con que tú eres rey?". Jesús le contestó: "Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz". Pilato le dijo: "¿Y qué es la verdad?".

Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: "No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?". Pero todos ellos gritaron: "¡No, a ése no! ¡A Barrabás!" (El tal Barrabás era un bandido).

¡Viva el rey de los judíos!
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a él, le decían: "¡Viva el rey de los judíos!", y le daban de bofetadas.

Pilato salió otra vez y les dijo: "Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa". Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: "Aquí está el hombre". Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores gritaron: "¡Crucifícalo, crucifícalo!". Pilato les dijo: "Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él". Los judíos le contestaron: "Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios".

Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces: "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?". Jesús le contestó: "No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor".

¡Fuera, fuera! Crucifícalo.
Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: "¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey, es enemigo del César". Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: "Aquí tienen a su rey". Ellos gritaron: "¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿A su rey voy a crucificar?". Contestaron los sumos sacerdotes: "No tenemos más rey que el César". Entonces se los entregó para que lo crucificaran.

Crucificaron a Jesús y con él a otros dos.
Tomaron a Jesús y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado "la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: 'Jesús el nazareno, el rey de los judíos'. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Este ha dicho: Soy rey de los judíos' ”. Pilato les contestó: "Lo escrito, escrito está".

Se repartieron mi ropa.
Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: "No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca". Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.

Ahí está tu hijo – Ahí está tu madre.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.

Todo está cumplido.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: "Tengo sed". Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: "Todo está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.

Inmediatamente salió sangre y agua.
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.

El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Vendaron el cuerpo de Jesús y lo perfumaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.

Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

A lo largo de todo este Evangelio, el Señor nos presenta graves escenas, en las cuales nos muestra diferentes miradas.

Primero: Jesús mira a quienes le vienen a apresar, está viendo cada una de las veces en que he pecado y busco callar mi conciencia que aún me quiere susurrar una palabra; es inútil, todos los intentos por hacerme recapacitar no funcionan. Hoy llega Jesús y me dice: “¿A quién buscas?” (Una breve pausa para rezar)

La segunda mirada no la narra este evangelio, pero sabemos que san Pedro negó a su Señor cuando él mismo dijo que quería darle todo, e incluso dar la vida por Él. Me mira con pasión, una mirada que, tras haber reconocido mi pecado, soy capaz de decir que es su amor el que me perdona. ¿Estoy dispuesto a perdonarme? (Una breve pausa para rezar)

La tercer mirada la deja el Señor al discípulo amado y a María, a su hijo y a su madre, a la florecilla recién plantada y al rosal lleno de flores, el luto del hijo y el luto de la madre…Es el momento dramático de todo hombre, el punto clave de toda persona, todas las preguntas que de toda la eternidad se hace el hombre se responden aquí, el sentido de la vida, del sufrimiento, el dolor inocente, la misma existencia… Es la madre y el hijo que no se atreven a sufrir al ver tanto sufrimiento y que nos dicen: “Aquí están nuestras cruces, el dolor no se encierra en uno, se dona, y es mínimo cuando uno se refugia en el amor mismo”. Madre mía, ¿quién será capaz de pensar en su dolor cuando se ve el tuyo? (Una breve pausa para rezar)

La cuarta mirada es la mía, viendo al que apresé, al que negué, al que me ama, al traspasado. ¿Creo realmente, miro con amor a los demás, proclamo su nombre, lo llevo a los demás?

«Amigos: Cada uno de nosotros es mucho más que los rótulos que nos ponen, es mucho más que los adjetivos que nos quieren poner, es mucho más de la condena que nos impusieron. Y así Jesús nos enseña y nos lo invita a creer. La mirada de Jesús nos desafía a pedir y buscar ayuda para transitar los caminos de la superación. Hay veces que la murmuración parece ganar, pero no la crean, no la escuchen. Busquen y escuchen las voces que impulsan a mirar hacia delante y no las que los tiran abajo. Escuchen las voces que le abren la ventana y le hacen ver el horizonte: “Sí, pero está lejos”. “Pero vas a poder. Míralo bien y vas a poder”. A cada vez que viene la polilla con el “no vas a poder”, vos contéstale desde adentro: “Voy a poder”, y miren el horizonte. La alegría y la esperanza del cristiano ?de todos nosotros, y también del Papa? nace de haber experimentado alguna vez esta mirada de Dios que nos dice: “ustedes son parte de mi familia y no te puedo dejar a la intemperie”, eso es lo que nos dice Dios a cada uno, porque Dios es Padre: “ustedes son parte de mi familia y no te voy a dejar a la intemperie, no te voy a dejar tirado en la cuneta, no, no puedo perderte en el camino ?nos dice Dios, a cada uno, con nombre y apellido?, yo estoy aquí contigo”.»
(S.S. Francisco, Liturgia penitencial, 25 de enero de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Mirar como Cristo, de manera especial, a mi familia; ver cómo me han mirado con amor y proponerme pedir perdón por las veces que los miré como san Pedro o como los soldados.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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