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11:38 a.m. ,


¿Quieres conocerme más? Soy el padre Adolfo Güémez, LEGIONARIO DE CRISTO. La Legión de Cristo es una congregación religiosa a la cual fui llamado a mis 19 años, atraído por su espiritualidad cristocéntrica, llena de amor a María y a la Iglesia, fidelidad al Papa y un fuerte anhelo de que Cristo Reine en el corazón de los hombres, de las familias y de la sociedad. ¿Deseas saber más de los Legionarios de Cristo? http://legionariosdecristo.org/ ¿Sientes un posible llamado a la vocación en la Legión de Cristo? http://legionariosdecristo.org/ser-legionario/ ¿Te gustaría conocer y/o participar de este carisma desde tu vocación laical? http://www.regnumchristi.org/es/contacto/ SUSCRÍBETE A MI CANAL DE YOUTUBE: http://bit.ly/2iqfI8r @padolfolc www.padreadolfo.com


10:49 a.m.


Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo, ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra. Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor. Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo; no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre. Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas.

10:49 a.m.


Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: Tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. Tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados.

10:49 a.m.


Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos".

10:49 a.m.


En los últimos tiempos (1 P 1:20), en su misericordiosa bondad, Dios quiso venir a socorrer al mundo que estaba agonizando. Él decidió que la salvación de todas las naciones se haría en Cristo. Es por las naciones que Abraham recibió en aquél entonces la promesa de una descendencia innombrable, engendrada no por la carne, sino por la fe. Dicha descendencia es comparada a la multitud de las estrellas del cielo (Gn 15:5), pues de este padre de todas las naciones, debemos esperar una posteridad no terrestre sino celestial… Entonces que «la totalidad de las naciones entre» (Rm 11:25), que todos los pueblos entren en la familia de los patriarcas. Que los hijos de la promesa reciban también la bendición de la raza de Abraham (Rm 9:8)…Que todas las naciones de la tierra vengan a adorar al Creador del universo. Que ahora Dios no sea solamente «conocido en Judea», sino en el mundo entero y que por doquier, como «en Israel, su nombre sea grande» (Sal 75:2) Hermanos, instruidos por estos misterios de la gracia divina, con espíritu de alegría, celebremos el llamado de las naciones. Demos gracias al Dios de misericordia «que nos hizo capaces de participar en la luminosa herencia de los santos» (Col 1:12-13). Como lo anuncia el profeta Isaías: «Las naciones que no te conocían te invocarán; los pueblos que te ignoraban recorrerán hacia ti» (55:5). Abraham vio ese día y se regocijó (Jn 8:56), cuando supo que sus hijos según la fe serían bendecidos en su descendencia, es decir en Cristo. En la fe se «vio padre de una multitud de pueblos» y, «Dio gracias a Dios, convencido de que él es todopoderoso para cumplir lo prometido» (Rm 4:18-21)

Hermanos Franciscanos

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