Ártículos Más Recientes

10:28 p.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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              *”Verbum Spei”*

      _”Palabra de Esperanza”_

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*El Bautismo del Señor*

*El Evangelio de hoy*

*Marcos 1, 7-11*
En aquel tiempo, predicaba Juan: “Ya viene detrás de mí otro que es más poderoso que yo, uno a quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo”.

Por esos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Al salir Jesús del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu en figura de paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias”.

*Reflexión:*

El bautismo de Jesús marca para Él, el inicio de su vida pública. Vida en la que se manifestaría como el Hijo de Dios, revestido de gracia y de poder. Ciertamente esto no ocurrió en él por el hecho de ser bautizado por Juan, ya que Él es el Hijo de Dios y lo que era antes del bautismo continuó siéndolo después. Sin embargo, esto no ocurre en nuestro bautismo en el cual, nuestra naturaleza humana verdaderamente se ve revestida de gracia y de poder; dejamos de ser creaturas para convertirnos en hijos gracias a que el Espíritu Santo, a partir de ese momento, empieza a habitar en nosotros como si fuera su propia casa. Esto, obviamente, cambia todo en nuestra vida.

Sin embargo, para que se manifieste este cambio es necesario alimentar la gracia recibida. En el momento de nuestro bautismo, aunque nosotros no lo oigamos, resuenan también para cada uno las mismas palabras, no como una presentación, como es el caso de Jesús, sino como una información para todos. Nosotros, sí, cada uno de nosotros, es un hijo de Dios por lo que hemos sido enviados, igual que Jesús, para llevar la Buena Nueva a los pobres y para liberar a los cautivos. 

Esto no supone que tengamos que dejar nuestra vida actual para ser como Jesús. Cada uno ha sido llamado por Dios para realizar estos ministerios desde diferentes estados de vida: unos casados, otros soleros, incluso, esto no tiene, como en Jesús, una edad para manifestarse, sino que en nosotros la acción del Espíritu puede empezar desde pequeños, basta con que le demos espacio en nuestra vida y alimentemos nuestro corazón con una vida intensa de oración y en comunión con la Iglesia. Si hoy tenemos tanta gente que no conoce el amor de Dios y gente que vive atada a sus vicios y debilidades, es porque una importante parte de los bautizados no se han hecho conscientes de ser hijos de Dios, sus elegidos y por ello no han asumido su papel en la vida evangélica.

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor Jesús, al ser bautizado te hiciste solidario con nuestra naturaleza humana, para vencer al pecado e iniciar el Reino de Dios, y así tener una sociedad justa y fraterna y también nosotros ser colaboradores de la construcción del Reino. Amén.
*Acción:*

En un momento de mi día me detendré unos cuantos segundos, para ponerme en presencia de Dios y haré esta oración en mi mente “Soy un hijo de Dios”, y recordaré el día de mi bautizo. 

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      *”Nuntium Verbi Dei”*

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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10:57 a.m.
Había un hombre de Ramataim, un sufita de la montaña de Efraím, que se llamaba Elcaná, hijo de Ierojám, hijo de Eliú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita. El tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Peniná. Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno. Este hombre subía cada año desde su ciudad, para adorar y ofrecer sacrificios al Señor en Silo. Allí eran sacerdotes del Señor, Jofni y Pinjás, los dos hijos de Elí. El día en que Elcaná ofrecía su sacrificio, daba a su esposa Peniná, y a todos sus hijos e hijas, porciones de la víctima. Pero a Ana le daba una porción especial, porque la amaba, aunque el Señor la había hecho estéril. Su rival la afligía constantemente para humillarla, porque el Señor la había hecho estéril. Así sucedía año tras año cada vez que ella subía a la Casa del Señor, la otra la afligía de la misma manera. Entonces Ana se ponía a llorar y no quería comer. Pero Elcaná, su marido, le dijo: "Ana, ¿por qué lloras y no quieres comer? ¿Por qué estás triste? ¿No valgo yo para ti más que diez hijos?".

10:57 a.m.
¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor en presencia de todo su pueblo. ¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo. en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. ¡Aleluya!

10:57 a.m.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

10:57 a.m.
El Padre nos recomienda vivir en seguimiento del Verbo, no porque tuviera necesidad de nuestro servicio sino para procurarnos la salvación. Porque, seguir al Salvador es tener parte en la salvación, como seguir a la luz es tener parte en la luz. No son los hombres los que hacen resplandecer la luz sino que son ellos los iluminados, los que resplandecen por la luz. Los hombres nada pueden añadir a la luz, sino que la luz los ilumina y los enriquece. Lo mismo ocurre con el servicio que rendimos a Dios. Dios no tiene necesidad de nuestro servicio y nada le añade a su gloria. Pero aquellos que le sirven y le siguen reciben de Dios la vida, la incorruptibilidad y la gloria eterna. Si Dios invita a los hombres a vivir en su servicio, es para poder otorgarnos sus beneficios, ya que él es bueno y misericordioso con todos. Dios no necesita nada; en cambio el hombre necesita de la comunión con Dios. La gloria del hombre consiste en perseverar en el servicio de Dios. Por esto dijo el Señor a los apóstoles: “No me elegisteis vosotros a mí, fui yo quien os elegí a vosotros.” (Jn 15,16) Con ello indica que no somos nosotros los que le glorificamos con nuestro servicio, sino que por haber seguido al Hijo de Dios, somos glorificados por él... Es de ellos de quien dice Dios por boca de Isaías: “Desde Oriente traeré a tu estirpe, te reuniré desde Occidente... haz venir a mis hijos desde lejos, y a mis hijas del extremo de la tierra, a todos los que llevan mi nombre, a los que creé para mi gloria” (Is 43,6-7).   

Hermanos Franciscanos

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