Ártículos Más Recientes

11:25 a.m.
El rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus dignatarios, y bebió vino en la presencia de esos mil. Estimulado por el vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había sacado del Templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. Entonces trajeron los vasos de oro que habían sido sacados del Templo, de la Casa de Dios en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. Mientras bebían vino, glorificaban a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra. De pronto, aparecieron unos dedos de mano humana, que escribían sobre el estuco del muro del palacio real, frente al candelabro, y el rey veía el extremo de esa mano que escribía. Entonces el rey cambió de color y sus pensamientos lo llenaron de espanto; se le aflojaron todos los miembros y se entrechocaban sus rodillas. Daniel fue introducido en la presencia del rey, y este, tomando la palabra, le dijo: "¿Así que tú eres Daniel, uno de los deportados judíos que el rey, mi padre, hizo venir de Judá? Yo he oído decir que en ti reside el espíritu de los dioses, y que se han hallado en ti clarividencia, perspicacia y una sabiduría superior. Yo he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas. Si tú ahora puedes leer la inscripción y me haces conocer su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro en tu cuello y ocuparás el tercer puesto en el reino". Daniel tomó la palabra y dijo en presencia del rey: "Puedes guardar para ti tus dones y dar a otros tus regalos; de todas maneras, yo leeré al rey la inscripción y le haré conocer su interpretación. Te has exaltado contra el Señor del cielo: han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y han bebido vino en ellos, tú y tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas; has glorificado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, pero no has celebrado al Dios que tiene en su mano tu aliento y a quien pertenecen todos tus caminos. Por eso ha sido enviada esta mano de parte de él, y ha sido trazada esta inscripción. Esta es la inscripción que ha sido trazada: Mené, Tequel, Parsín. Y esta es la interpretación de las palabras: Mené: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha puesto fin; Tequel: tú has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso; Parsín: tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y a los persas".

11:25 a.m.
Sol y luna, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Astros del cielo, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Lluvias y rocíos, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Todos los vientos, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Fuego y calor, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Frío y heladas, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

11:25 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: «Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»

11:25 a.m.
«Se levantan contra mí testigos falsos que respiran violencia» (Sl 26,12)... El salmista lucha contra los que le persiguen y atormentan; pierde el aliento, sufre, pero se mantiene firme; está seguro porque Dios le sostiene, Dios le ayuda, Dios le conduce, Dios le guía. A la vez que transportado de gozo por lo que ha podido admirar y cantar, y agotado por los gemidos a causa de lo que ha tenido que sufrir, al fin respira y grita: «Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida» (v.13). ¡Oh cuan dulce es la bondad del Señor, inmortal, incomparable, eterna, inmutable! Y ¿cuándo te veré, oh bondad del Señor? «Lo creo, te veré» pero no en la tierra de los mortales, sino «en el país de la vida». El Señor me hará salir de la tierra de los mortales, él, que por mi se ha dignado aceptar esta tierra de los mortales y morir entre las manos de mortales... Escuchemos también nosotros, la voz del Señor que desde lo alto nos exhorta, nos consuela; escuchemos la voz de aquel que tenemos por padre y por madre (cf v.10). Porque él ha oído nuestros gemidos, ha visto nuestros suspiros, ha sondeado los deseos de nuestro corazón, «la sola cosa que pedimos» (v.4). Gracias a la intercesión de Cristo, acoge favorablemente nuestra única oración, nuestra única petición. Y mientras acabamos nuestro peregrinaje en este mundo, aunque la ruta sea larga, no dejará de darnos lo que nos ha prometido. Nos dice: «Espera en el Señor». El que nos lo ha prometido es todopoderoso, es verídico, es fiel. «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor» (v.14). No te dejes, pues, turbar.

11:46 p.m.

Por: H. Jorge Alberto Leaños Gacía, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Quiero dejarme guiar por el camino de la verdad, ya sea en la luz o en la obscuridad. Correré, tal vez sin ver, tomando fuertemente tu mano. Mi disposición es clara: no temeré porque Tú marcas mis pasos.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según Lucas 21, 5-11

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que la adornaban, Jesús dijo: "Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando: todo será destruido".

Entonces le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?".

Él les respondió: "Cuídense que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: 'Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado'. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin".

Luego les dijo: "Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Intentemos no ver el templo de Jerusalén, sino el templo de nuestro cuerpo. Cuántas veces lo alabamos como si fuera lo más maravilloso del mundo. Después de haber inflado nuestro "ego" Dios nos dice que no quedará piedra sobre piedra. Podemos pensar demasiado en lo terrenal.

Intentemos no ver el fin de los tiempos sino el fin de nuestro tiempo. Cuando se alce la lucha en nuestro interior contra los propios defectos… no tengamos miedo, "si Dios está con nosotros, quién contra nosotros" (Romanos 8, 31). Podemos espantarnos al ver nuestra imperfección y nuestra debilidad. Veremos, más de alguna vez, los signos de la derrota entre tinieblas y tormentas, pero en el interior debemos poner atención a esa voz suave, sencilla, profunda: ¡No tengas miedo!

Ahora que se escucha tanto del fin del mundo, cuidado con que nadie os engañe que nuestro fin puede llagar ahora o puede llegar en años. Lo importante es siempre estar preparados y dispuestos a aceptar la voluntad de Dios. Vivamos de cara a la eternidad.

¡Podemos imaginar el efecto de estas palabras sobre los discípulos de Jesús! Pero Él no quiere ofender al templo, sino hacerles entender, a ellos y también a nosotros hoy, que las construcciones humanas, incluso las más sagradas, son pasajeras y no hay que depositar nuestra seguridad en ellas. En nuestra vida ¡Cuántas presuntas certezas pensábamos que fuesen definitivas y después se revelaron efímeras! Por otra parte, ¡cuántos problemas nos parecían sin salida y luego se superaron!
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy cambiaré una cosa en concreto que no demuestre que vivo de cara a la eternidad.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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