Ártículos Más Recientes

11:29 a.m.
Así habla la esposa: En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: "¿Han visto al amado de mi alma?". Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma. Lo agarré, y no lo soltaré hasta que lo haya hecho entrar en la casa de mi madre, en la habitación de la que me engendró. El Amado

11:29 a.m.
Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene.

11:29 a.m.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo". Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!". Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'". María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

11:29 a.m.
El que sondea las entrañas y el corazón (Sl 7,10), sabiendo que María reconocería su voz, como verdadero pastor llama a su cordero (Jn 10,4) diciendo: “¡María!”. Y ella dice enseguida: “Sí, ciertamente es mi pastor el que me llama para contarme desde ahora entre las noventa y nueve ovejas (Lc 15,4). Veo legiones de santos, ejércitos de justos… siguiéndole a él. Sé muy bien que es él el que me llama; yo ya lo había dicho, es mi Señor, es él el que ofrece la resurrección a los hombres caídos”. Llevada por el fervor del amor, la joven mujer quiere agarrarle a él, a él que llena toda la creación… Pero el Creador… la levantó hacia el mundo divino diciéndole: “No me toques; ¿me tomarías por un simple mortal? Soy Dios, no me toques… Levanta  tus ojos a lo alto y contempla el mundo celeste; es allí donde me debes buscar. Porque yo subo a mi Padre, a quien no he dejado. Siempre he estado al mismo tiempo con él, comparto su trono, recibo el mismo honor, yo que ofrezco a los hombres caídos la resurrección. “Que tu lengua, desde ahora, proclame estas cosas y las explique a los hijos del Reino que están esperando que me despierte, yo, el Viviente. Date prisa, María, reúne a mis discípulos. En ti tengo una trompeta de potente voz; haz sonar un canto de paz en los oídos temerosos de mis amigos escondidos, despiértales como de un sueño, para que vengan a encontrarme. Vete y di: ‘el esposo se ha desvelado, saliendo del sepulcro. Apóstoles, quitaos de encima la tristeza mortal, porque se ha levantado, aquel que ofrece a los hombres caídos la resurrección’”… María exclama: “De repente mi luto se ha cambiado en danza, todo se ha convertido en gozo y alegría. No dudo en decirlo: he recibido la misma gloria que Moisés (Ex 33,18s). He visto, sí, he visto, no sobre el monte, sino en el sepulcro, velado no por la nube, sino por un cuerpo, al señor de los seres inmortales y de las nubes, su señor de ayer, de ahora y para siempre. Me ha dicho: ‘¡Date prisa, María! Como una paloma llevando un ramo de olivo, ve a anunciar la buena nueva a los descendientes de Noé (Gn 8,11). Diles que la muerte ha sido destruida y que él ha resucitado, aquel que ofrece a los hombres caídos la resurrección’”.

2:26 a.m.
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               *“Verbum Spei”*
        _“Palabra de Esperanza”_
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*15° Viernes Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy*
*Mateo 12, 1-8*

Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”.
Él les contestó: “¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?
¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo.
Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.

*Reflexión:*
Jesús nos advierte con este pasaje, del peligro de convertir la ley en la única norma de la vida, olvidándonos de los demás valores. No es que la ley sea mala, lo cual ya nos lo ha dicho san Pablo, sino que puede convertirse en una verdadera cadena que no nos deja vivir.
De aquí la importancia de la vida en el Espíritu, ya que Éste hace que la ley se convierta en amor. Son muchas nuestras obligaciones diarias, las cuales pueden ser vividas bajo la ley o bajo el Espíritu. Yo puedo ir todos los días a trabajar, y hacerlo por amor y con gusto, o como una verdadera carga; puedo cumplir con mis obligaciones religiosas (como asistir a misa) de una manera rutinaria y sólo por cumplir la ley, o puedo hacerlo por amor y con gusto.
El Señor lo que quiere es que cumplamos la ley, pero sin olvidar que, sobre la ley, siempre estará la caridad. Nuestra oración diaria hace de la ley una experiencia de amor. 

(Evangelización Activa).

*Oración:*
Señor Jesús, te pido perdón por las ocasiones en que mi necedad ha sido mayor que el amor que te tengo, perdón por todas aquellas cosas en las que en vez de obedecer, simplemente me aferro a lo que yo pienso que necesito. De hoy en delante, me comprometo contigo, a dejarme guiar por tu voluntad. Amén.

*Acción:* 
Hoy meditaré en las cosas con las cuales soy menos dócil, y una por una iré entregándolas a la voluntad del Señor.
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         *“Nuntium Verbi Dei”*   
_“Mensaje de la palabra de Dios”_
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Hermanos Franciscanos

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