Ártículos Más Recientes

11:33 a.m.
Mientras los Apóstoles hablaban al pueblo, se presentaron ante ellos los sacerdotes, el jefe de los guardias del Templo y los saduceos, irritados de que predicaran y anunciaran al pueblo la resurrección de los muertos cumplida en la persona de Jesús. Estos detuvieron a los Apóstoles y los encarcelaron hasta el día siguiente, porque ya era tarde. Muchos de los que habían escuchado la Palabra abrazaron la fe, y así el número de creyentes, contando sólo los hombres, se elevó a unos cinco mil. Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los escribas, con Anás, el Sumo Sacerdote, Caifás, Juan, Alejandro y todos los miembros de las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a los Apóstoles y los interrogaron: "¿Con qué poder o en nombre de quién ustedes hicieron eso?". Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos, ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos. El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular. Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos".

11:33 a.m.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: el Señor es Dios, él nos ilumina». Formen la procesión con ramos en la mano hasta los cuernos del altar.

11:33 a.m.
Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No". El les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar". Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.

11:33 a.m.
Dios misericordioso y compasivo, amigo de los hombres (Sb 1,6)..., cuando tú hablas nada hay imposible. Incluso aquello que parece imposible a nuestro espíritu; eres tú quien das un fruto sabroso a cambio de las duras espinas de esta vida... Señor Jesucristo, aliento vital de nuestras fosas nasales (Lm 4,20) y esplendor de nuestra belleza..., luz y dador de luz, no te alegras del mal, no quieres que nadie se pierda, ni deseas jamás la muerte de nadie (Ez 18,32). No te agitas en la turbación ni estás sujeto a la cólera; tu amor es inquebrantable y duradero y no dejas de compadecerte; no abandonas nunca tu bondad. No vuelves nunca la espalda a nadie ni le giras tu rostro, sino que eres totalmente luz y voluntad de salvación. Cuando quieres perdonar, lo puedes hacer; cuando quieres curar, eres poderoso; cuando quieres vivificar, eres capaz de hacerlo, cuando quieres conceder gracia, eres generoso; cuando quieres devolver la salud, lo sabes hacer... Cuando quieres renovar, eres creador; cuando quieres resucitar, eres Dios... Cuando, incluso antes de que lo pidamos, quieres extender tu mano, nada te falta... Si quieres fortalecerme a mi que soy quebradizo, tú eres roca; si quieres darme de beber, a mi que estoy sediento, tú eres la fuente; si quieres revelar lo que está escondido, tú eres luz... Por mi salvación has luchado con fuerza... has tomado sobre tu cuerpo inocente todo el sufrimiento de los castigos que habíamos merecido para que, a la vez que eres ejemplo para nosotros, pones de manifiesto la compasión que nos tienes.

11:36 p.m.

Por: H. Adrián Olvera de la Cruz LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey Nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Tóquenme y convénzanse… Dame la gracia de tocarte, Señor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 24, 35-48

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: "No teman; soy Yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy Yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo Yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?". Le ofrecieron un trozo de pescado asado; Él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.

Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba Yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Tantas cosas me vienen a la imaginación cuando pienso en Dios. Tantas coas me vienen a la mente cuando escucho y leo algo sobre Él. Algunas de esas cosas me gustan; otras no. Algunas cosas sólo me dan una imagen, una idea de quién es Dios…

Escucho la historia de un Dios que vino al mundo; un Dios que se hizo hombre, que murió y resucitó… Una historia que ya la sé. Algunos la cuentan con ciertos matices que la hacen más interesante, pero al final del día… ya la sé.

No puedo negar que es una historia hermosa. No puedo negar que mueve mi corazón… No puedo negar que creo en ella… No puedo negar que no es suficiente sólo conocerla.

No es suficiente conocer la historia, mi historia con Dios se necesita vivirla. Tú sabes esto, Señor. Tú sabes que no es suficiente que en mi vida sepa algo de Ti… Me doy cuenta que la vida es vida cuando la vivo por Ti.

Te muestras…; me dejas contemplar tus heridas como aquel tesoro encontrado que da sentido a la vida. Te muestras tan real, tan humano, como para pedir un trozo de pescado para comer, y tan divino como para ascender a lo alto. Te metes en mi vida y me gritas ¡¡Mírame!! ¡Aquí estoy! ¡¡¡ Estoy vivo!!! Aquella cruz que ves… aquellos clavos que ves en mis manos y en mis pies no son historia; no son reclamos…, son una realidad que da sentido a tu vida… son un TE AMO.

Gracias, Señor, por invitarme a contemplarte. Gracias por invitarme a alzar los ojos al cielo con una mirada de esperanza. Gracias, pues al contemplar tu vida, muerte y resurrección me doy cuenta que la vida sólo tiene sentido, con el dolor y la alegría que la acompañan; sólo a la luz de "Aquel que me amó y se entregó por mí".

…No quiero saber de Ti sólo en la teoría sino saber de Ti en mi hoy; en la experiencia de tu amor, en mi día a día.

Queridos hermanos, les pido sobre todo que mantengan el coraje en medio de sus angustias, para conservar la alegría de la esperanza. Que esa llama que habita en ustedes no se apague. Porque nosotros creemos en un Dios que repara todas las injusticias, que consuela todas las penas y que sabe recompensar a cuantos mantienen la fe en Él. En espera de aquel día de paz y luz, su contribución es esencial para la Iglesia y para el mundo: ustedes son testigos de Cristo, son intercesores ante Dios que escucha, de modo particular, sus oraciones.
(Homilía de Papa Francisco, 6 de julio de 2016)

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Dedicar un momento de mi día para ponerme frente a un crucifijo y meditar un pequeño instante en el amor de Dios hacia mí.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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