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12:00 a.m.

Del santo Evangelios según san Juan 14, 15-16. 23-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas, y les recordará todo cuanto yo les he dicho".

Oración introductoria
Jesucristo, Señor y Dios mío, te amo, quiero cumplir siempre tu Palabra y mi corazón está abierto para que hagas en él tu morada. Permite que este rato de meditación esté centrado en Ti, que no consienta distracciones ni me cierre a escuchar lo que hoy me quieres decir.

Petición
Espíritu Santo, hazme sentir tu voz para permanecer en Ti y ser testigo de tu amor.

Meditación del Papa Francisco

El Espíritu Santo derramado en Pentecostés en el corazón de los discípulos es el inicio de una nueva época: la época del testimonio y de la fraternidad. Es un tiempo que viene de lo alto, de Dios, como las llamas de fuego que se posaron sobre la cabeza de cada discípulo. Era la llama del amor que quema cualquier aspereza; era el lenguaje del Evangelio que cruza las fronteras puestas por los hombres y toca los corazones de la multitud, sin distinción de lengua, raza o nacionalidad. Como ese día de Pentecostés, el Espíritu Santo se derrama continuamente hoy sobre la Iglesia y sobre cada uno de nosotros para que salgamos de nuestra mediocridad y de nuestras clausuras y comuniquemos al mundo entero el amor misericordioso del Señor. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2015).

Reflexión

No como el mundo me la ofrece, me ofreces Tú la paz. Tu paz no proviene de un placer pasajero, sino de un amor duradero. ¿Puede haber fuente mayor de paz, que la de saberse amado por todo un Dios? Si alguna vez me olvidé de Ti, y desconfié de tu amor para conmigo, quisiera pedirte que coloques mi alma nuevamente en la certeza de tu amor.

Me mostraste, Señor, tu amor extremo al señalarme tu costado traspasado. Quisiera que mi corazón ardiera, se doliera y se tornara más sensible al contemplar tu amor consumado en tu muerte de cruz. ¿Es que acaso me he habituado a la realidad más estremesedora y sublime? En este mundo hubo una persona que logró traspasar el umbral de la muerte. En este mundo hubo una persona que me amó en la tortura de la cruz. En este mundo una persona fue flagelada, crucificada, y escarnecida por limpiar mis pecados. En este mundo Dios mismo, el Creador y la fuente misma de la vida, se hizo carne, se hizo hombre. En este mundo Dios vino a morir por mí. Y me mostró su costado tras haber traspasado el umbral de la muerte para ofrecerme su resurrección por el amor. Y además de todo lo anterior, no me dejas desamparado y envías al Espíritu Santo, mi defensor, mi ayuda y protector, por eso hoy me invitas a confiar en Él.

Propósito

Quisiera detenerme a pensar cómo he correspondido a tu amor; reflexionar si he reconocido, aceptado y seguido las inspiraciones del Espíritu Santo, que habita en mí, que intercede por mí, que mi ilumina y que me recuerda tu Palabra.

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11:15 a.m.
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: "¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios".

11:15 a.m.
Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! Estás vestido de esplendor y majestad ¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡Todo lo hiciste con sabiduría, la tierra está llena de tus criaturas! Si escondes tu rostro, se espantan; si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra. ¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor por sus obras! que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor.

11:15 a.m.
Hermanos: Los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes. Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán. Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir, ¡Padre! El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él.

11:15 a.m.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.»

11:15 a.m.
El pueblo judío celebraba la Pascua, vosotros lo sabéis bien, con la inmolación de un cordero que comían con panes ácimos. Esta inmolación del cordero prefiguraba la inmolación de Cristo Jesús y los panes ácimos la vida nueva purificada de la antigua levadura.... Y cincuenta días después de Pascua, este pueblo celebraba el momento en que Dios daba en el Sinaí la Ley escrita de su puño y letra. A la figura de la Pascua sucede la Pascua en plenitud; Jesucristo es inmolado y nos hace pasar de muerte a vida. La palabra Pascua, en efecto, significa “paso”... Cincuenta días más tarde, el Espíritu Santo, el “dedo de Dios” (Lc 11,20) desciende sobre los discípulos. Atended a las diferencias en comparación con lo sucedido en el monte Sinaí: Allí, el pueblo se mantenía a distancia a causa del temor que lo invadía... Al contrario, cuando el Espíritu Santo descendió sobre la tierra, los discípulos estaban todos juntos en el mismo lugar, y el Espíritu Santo, lejos de espantarlos desde lo alto de una montaña, entra en la casa donde estaban reunidos... “Vieron como lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos.” ¿Era un fuego que infundía, desde lejos, el espanto? De ninguna manera. Estas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos y comenzaron a hablar en lenguas, según el Espíritu les daba de expresarse. ¡Escuchad la lengua que habla y comprended el Espíritu que escribe, no sobre tablas de piedra, sino en los corazone! (cf 2Cor 3,3). Así pues, la ley del Espíritu de vida, escrita en el corazón y no sobre piedra, la ley de Espíritu de vida, digo, está en Jesucristo en quien la Pascua ha sido celebrada con toda verdad.

Hermanos Franciscanos

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