Ártículos Más Recientes

12:34 a.m.
Del santo Evangelio según san Juan 15,26―16,4

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo. Les he hablado de estas cosas para que su fe no tropiece. Los expulsarán de las sinagogas y hasta llegará un tiempo, cuando el que les dé muerte creerá dar culto a Dios. Esto lo harán, porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí. Les he hablado de estas cosas para que, cuando llegue la hora de su cumplimiento, recuerden que ya se lo había predicho yo".


Oración introductoria


"Ven Espíritu Creador, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego...". (De un himno al Espíritu Santo).


Petición


Espíritu Santo, inspírame lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo escribir, lo que debo hacer, cómo debo obrar para procurar el bien de los hombres. Amén


Meditación del Papa Francisco


La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos. Y esto nos sucede también con Dios. Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos.

Pero, en toda la historia de la salvación, cuando Dios se revela, aparece su novedad - Dios ofrece siempre novedad -, trasforma y pide confianza total en Él. (S.S. Francisco, 19 de mayo de 2013)..


Reflexión


Es el Espíritu Santo quien cuida para que nuestra "fe no tropiece" y, al mismo tiempo, es el "consuelo" en nuestras caídas y dificultades. No nos tiene que resultar extraña una relación personal con el Espíritu Santo, pues es la tercera persona de Santísima Trinidad. Es Él quien nos lleva a dar un verdadero testimonio de nuestra fe, pues Él nos muestra a Cristo ("Él dará testimonio de mí") y nos lleva a testimoniarlo a todos los que están a nuestro alrededor ("y ustedes también darán testimonio").


Propósito


Para dar espacio al Espíritu Santo en mi alma, intentaré leer algún pasaje de la Sagrada Escritura o algunas páginas de un libro espiritual para nutrir mi fe.


Diálogo con Cristo


Jesús, quiero agradecerte por el don del Espíritu Santo. Tú sabes cuántas veces mi alma está cansada y agobiada de las preocupaciones y atareos de mi vida. Es en esos momentos cuando más necesito al "Consolador". Dispón mi alma para que siempre esté pronto a escucharle y a seguir lo que me pide. Amén


El Espíritu es el don que Jesús pidió y pide continuamente al Padre para sus amigos; el primer y principal don que nos ha obtenido con su Resurrección y Ascensión al cielo. Bendedicto XVI, 23 de mayo de 2010



May 26, 2014 at 12:04AM

10:46 a.m.
En aquellos días, nos embarcamos en Tróade y fuimos derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. De allí fuimos a Filipos, ciudad importante de esta región de Macedonia y colonia romana. Pasamos algunos días en esta ciudad, y el sábado nos dirigimos a las afueras de la misma, a un lugar que estaba a orillas del río, donde se acostumbraba a hacer oración. Nos sentamos y dirigimos la palabra a las mujeres que se habían reunido allí. Había entre ellas una, llamada Lidia, negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios. El Señor le tocó el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. Después de bautizarse, junto con su familia, nos pidió: "Si ustedes consideran que he creído verdaderamente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa"; y nos obligó a hacerlo.

10:46 a.m.
Canten al Señor un canto nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que Israel se alegre por su Creador y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. Celebren su Nombre con danzas, cántenle con el tambor y la cítara, porque el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes. Que los fieles se alegren por su gloria y canten jubilosos en sus fiestas. en su garganta están los elogios de Dios y en su mano, la espada de dos filos, para aplicarles la sentencia escrita: eso es un honor para todos los suyos.

10:45 a.m.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes.»

2:13 a.m.
Del santo Evangelio según san Juan 14, 15-21

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les enviará otro consolador que esté siempre con ustedes, el Espíritu de verdad». El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes. No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán, porque yo permanezco vivo y ustedes también vivirán. En aquel día entenderán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes. El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él.


Oración introductoria


Señor, la gracia del Espíritu Santo no es algo que pueda merecer o conquistar, sólo puedo recibirla como puro don. Haz que el Espíritu Santo penetre en la dura costra de mi indiferencia y de mi ciego conformismo. Espíritu Santo, hazme sentir tu voz para permanecer en tu amor y ser testigo tuyo.


Petición


Espíritu Santo, abre mi entendimiento y mi voluntad para que pueda recibir el mensaje de tu Evangelio con un corazón nuevo.


Meditación del Papa Francisco


El Espíritu Santo es el alma de la misión. Lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar. El Pentecostés del cenáculo de Jerusalén es el inicio, un inicio que se prolonga. El Espíritu Santo es el don por excelencia de Cristo resucitado a sus Apóstoles, pero Él quiere que llegue a todos. Jesús, como hemos escuchado en el Evangelio, dice: "Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros". Es el Espíritu Paráclito, el “Consolador”, que da el valor para recorrer los caminos del mundo llevando el Evangelio. El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo. Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro grupo, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión. (S.S. Francisco, 19 de mayo de 2013).


Reflexión


Las experiencias de la amistad con el Espíritu Santo son inefables; los resultados espléndidos. Eso sí, es una amistad que nos se puede lograr sólo con desearla o quererla teóricamente.


Es una amistad que exige una constante atención, un saber escuchar y un actuar fielmente, cueste lo que cueste, según le agrade al dulce "huésped del alma". En los coloquios y diálogos que de día y de noche se sostienen con Él, es donde se va aprendiendo el verdadero sentido del tiempo y la eternidad, de la fidelidad en el amor, de la vanidad de todas las cosas que no sean de Dios y de la relatividad de cuanto nos ocurre en el trato con las creaturas. Él no enseña a amar, nos enseña a perdonar, nos enseña a olvidar las injurias, a buscar y a hacer el bien sin esperar recompensa; a confiar en Dios y a amarle sobre todas las cosas.


El Espíritu Santo también nos sitúa en una perspectiva capaz de contemplar todo el devenir del mundo, con la relatividad que encierra el tiempo frente a la eternidad y con la serenidad de quien se sabe un pobre peregrino en el tiempo hacia la posesión eterna de Dios. Los himnos de la Iglesia sobre el Espíritu Santo son muy elocuentes y aleccionadores; nos dan un torrente de luz sobre lo que Él es de verdad para el alma que le busca y le ama. En Él se encontrará toda la fortaleza necesaria para perseverar en el bien y transformarse en otro Cristo viviente.


Propósito


Invocando la gracia del Espíritu Santo, hoy voy a poner más esfuerzo en hacer las cosas ordinarias del día, de una manera extraordinaria, por amor a Jesús.



May 25, 2014 at 01:51AM

Hermanos Franciscanos

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