octubre 2021

11:25 a.m.


Yo, Juan, vi a otro Angel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro Angeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar: "No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios". Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144. 000 pertenecientes a todas las tribus de Israel. Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente: "¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!". Y todos los Angeles que estaban alrededor del trono, de los Ancianos y de los cuatro Seres Vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: "¡Amén! ¡Alabanza, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén! Y uno de los Ancianos me preguntó: "¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?". Yo le respondí: "Tú lo sabes, señor". Y él me dijo: "Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero".

11:25 a.m.


Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes, porque El la fundó sobre los mares, Él la afirmó sobre las corrientes del océano. ¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos. él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.

11:25 a.m.


Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a Él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en Él, se purifica, así como Él es puro.

11:25 a.m.


Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."

11:25 a.m.


Queridos hermanos, veamos detalladamente, todo aquello que concierne a nuestra vida en común, "conservando la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" por "la gracia de nuestro Señor Jesucristo y el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo" (Ef 4,3; 2 Cor 13,13). La unidad del Espíritu procede del amor de Dios; de la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el vínculo de la paz; de la comunión del Espíritu Santo, la comunión que es necesaria para aquellos que viven en común... «Creo, Señor, en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos" (Credo). Esta es mi esperanza, mi confianza y mi seguridad en la confesión de mi fe... Si me das, Señor, "el amor y el amar a mi prójimo" (Mateo 22,37-39), aunque pocos son mis méritos, mi esperanza se eleva muy por encima. Estoy seguro de que a través de la comunión de la caridad, los méritos de los santos me serán de utilidad y por lo tanto la comunión de los santos supliran mi insuficiencia y mi imperfección... La caridad dilata nuestra esperanza en la comunión de los santos, en la comunión de recompensas. Pero esta vez se refiere al futuro: es la comunión de la gloria que se revelará en nosotros. Hay, por tanto, tres tipos de comunión: comunión con la naturaleza, a la que se añadió la comunión de la culpa..., la comunión de la gracia, y, finalmente, la de la gloria. Por la comunión de gracia, la comunión de la naturaleza empieza a ser restaurada y la de la culpa queda excluida, pero por la comunión de la gloria, la de la naturaleza será reparada perfectamente y la cólera de Dios, será totalmente excluida, cuando "Dios enjugará toda lágrima de los ojos" de los santos (Is 25,8; Ap 21,4). Entonces todos los santos serán "un solo corazón y una sola alma" y "todas las cosas serán comunes," porque Dios será «todo en todos" (Hechos 4:32, 1 Corintios 15:28). Para que logremos esta comunión y seamos uno, que "la gracia de nuestro Señor Jesucristo, y el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos nosotros. Amén".

11:24 a.m.


Este es el mandamiento, y estos son los preceptos y las leyes que el Señor, su Dios, ordenó que les enseñara a practicar en el país del que van a tomar posesión. A fin de que temas al Señor, tu Dios, observando constantemente todos los preceptos y mandamientos que yo te prescribo, y así tengas una larga vida, lo mismo que tu hijo y tu nieto. Por eso, escucha, Israel, y empéñate en cumplirlos. Así gozarás de bienestar y llegarás a ser muy numeroso en la tierra que mana leche y miel, como el Señor, tu Dios, te lo ha prometido. Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy.

11:24 a.m.


Yo te amo, Señor, mi fuerza, Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador. Eres mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador. Eres mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador. Mi Dios, el peñasco en que me refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoqué al Señor, que es digno de alabanza y quedé a salvo de mis enemigos. ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Glorificado sea el Dios de mi salvación ! Él concede grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido, a David y a su descendencia para siempre.

11:24 a.m.


Los otros sacerdotes tuvieron que ser muchos, porque la muerte les impedía permanecer; pero Jesús, como permanece para siempre, posee un sacerdocio inmutable. De ahí que él puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos. El es el Sumo Sacerdote que necesitábamos: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima del cielo. El no tiene necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados, y después por los del pueblo. Esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. La Ley, en efecto, establece como sumos sacerdotes a hombres débiles; en cambio, la palabra del juramento -que es posterior a la Ley- establece a un Hijo que llegó a ser perfecto para siempre.

11:24 a.m.


Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?". Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

11:24 a.m.


Gloriosa y muy querida Madre y señora Reina, su indigna Catalina, la sierva y esclava de los siervos de Jesucristo, le escribe en su preciosa sangre, con el deseo de verla, hija verdadera y esposa elegida de Dios. (…) Le suplico insistentemente en nombre de Cristo Jesús, consagrar todo su corazón, toda su alma y todas sus fuerzas en amar y servir ese tierno y querido Padre, ese Esposo que es Dios, Verdad suprema que nos ha tanto amado sin ser amado. Sí, que ninguna criatura resista, cualquiera sea su rango, su grandeza, su poder. ¿No son vanas todas las glorias del mundo y pasan cómo viento? ¡Que ninguna creatura se aleje del verdadero amor, que es gloria, vida y felicidad del alma! Entonces mostraremos que somos esposas fieles. Cuando el alma sólo ama a su Creador, ella desea a él únicamente. Todo lo que ama, lo que hace, es por él. Todo lo que ve fuera de su voluntad, como vicios, pecados, injusticias, ella lo detesta. El santo odio que ha concebido contra el pecado es tan fuerte, que preferiría morir antes que violar la fe que debe a su Esposo eterno. Seamos fieles, siguiendo las huellas de Jesús crucificado, detestando el vicio, abrazando la virtud, realizando grandes cosas por él.

11:25 a.m.


Entonces me pregunto: ¿Dios habrá rechazado a su Pueblo? ¡Nada de eso! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham y miembro de la tribu de Benjamín. Dios no ha rechazado a su Pueblo, al que eligió de antemano. ¿Ustedes no saben acaso lo que dice la Escritura en la historia de Elías? El se quejó de Israel delante de Dios, diciendo: Yo me pregunto entonces: ¿El tropiezo de Israel significará su caída definitiva? De ninguna manera. Por el contrario, a raíz de su caída, la salvación llegó a los paganos, a fin de provocar los celos de Israel. Ahora bien, si su caída enriqueció al mundo y su disminución a los paganos, ¿qué no conseguirá su conversión total? Hermanos, no quiero que ignoren este misterio, a fin de que no presuman de ustedes mismos: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la totalidad de los paganos. Y entonces todo Israel será salvado, según lo que dice la Escritura: De Sión vendrá el Libertador. El apartará la impiedad de Jacob. Y esta será mi alianza con ellos, cuando los purifique de sus pecados. Ahora bien, en lo que se refiere a la Buena Noticia, ellos son enemigos de Dios, a causa de ustedes; pero desde el punto de vista de la elección divina, son amados en atención a sus padres. Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables.

11:25 a.m.


Feliz el que es educado por ti, Señor, aquel a quien instruyes con tu ley, Le das calma en los días de desgracia, mientras cavan la tumba del malvado. Porque el Señor no abandona a su pueblo ni deja desamparada a su herencia: la justicia volverá a los tribunales y los rectos de corazón la seguirán. Si el Señor no me hubiera ayudado, ya estaría habitando en la región del silencio. Cuando pienso que voy a resbalar, tu misericordia, Señor, me sostiene;

11:25 a.m.


Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

11:25 a.m.


La contemplación sobrenatural es un don gratuito de la misericordia divina. Sólo Dios puede poner en acción los dones del Espíritu Santo que producen la contemplación, perfeccionando el ejercicio de la fe. (…) Únicamente la humildad puede atraer los dones de la misericordia divina, ya que Dios resiste a los orgullosos y da su gracia a los humildes. Para llegar a la contemplación, una actitud humilde será más útil que los esfuerzos más violentos. Esta actitud humilde consistirá concretamente en “comportarnos como pobres necesitados, en presencia de un gran rico monarca”, adoptar formas modestas de oraciones “activas” y esperar, con paciente y apacible labor, que Dios nos eleve a oraciones “pasivas”: “Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. La parábola evangélica se aplica a la letra a la vida de oración: para ser elevado a la contemplación, hay que ponerse humildemente en el último lugar entre los espirituales. En ese lugar, es bueno desear los medios más elevados y rápidos para la unión perfecta, pero guardándose de todo esfuerzo presuntuoso para procurarla por sí mismo. (…) Tal fue la oración perfecta de la Virgen María, totalmente iluminada y abrasada por los fuegos divinos. Su fe apacible y ardiente parecía ignorar las riquezas que ella poseía, para ir más lejos en la sombra luminosa del Espíritu Santo que la envolvía y penetraba.

11:24 a.m.


Digo la verdad en Cristo, no miento, y mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo. Siento una gran tristeza y un dolor constante en mi corazón. Yo mismo desearía ser maldito, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, los de mi propia raza. Ellos son israelitas: a ellos pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto y las promesas. A ellos pertenecen también los patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén.

11:24 a.m.


¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! El reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. El asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente; Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos.

11:24 a.m.


Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: "¿Está permitido curar en sábado o no?". Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: "Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?". A esto no pudieron responder nada.

11:24 a.m.


    Moisés dice: “El sábado será consagrado al Señor.” El Señor ama el descanso, quiere descansar en nosotros y que nosotros descansemos en él. Pero hay un descanso de los tiempos a venir del que está escrito: “Dichosos desde ahora los muertos que mueren en el Señor. De seguro, podrán descansar de sus trabajos.” Y hay un descanso del tiempo presente del cual dice el profeta: “Dejad de hacer el mal.”     Se llega al tiempo de descanso futuro por las seis obras de misericordia que se enumeran en el evangelio, en el lugar donde se dice: “Tuve hambre y me disteis de comer" [...] “Hay seis días en que se puede trabajar” luego viene la noche, es decir la muerte, cuando no se puede hacer nada. Después de estos seis días viene el sábado. Cuando todas las buenas obras se han realizado llega el descanso de las almas. (Referencias bíblicas: Ex 31,15; Ap 14,13; Is 1,16; Mt 25,35ss; Lc 13,14; Jn 9,4)

11:24 a.m.


Hermanos: Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.

11:24 a.m.


El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo. Allí puso una carpa para el sol

11:24 a.m.


Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

11:24 a.m.


La Verdad dijo a todos los apóstoles reunidos: “El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo” (Jn 14,26). (…) En el momento que los apóstoles han visto aparecer las lenguas de fuego divino que se posó sobre cada uno de ellos (cf. Hech 2,3), percibieron de una sola mirada todas las Escrituras y todos los profetas, por iluminación interior. (…) Penetraron los secretos que permanecían cerrados a escribas y fariseos, a sabios y doctores de la Ley. Así se cumplió la palabra del Señor: “Has ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y las has revelado a los pequeños” (Mt 11,25). Estos hombres sin letras no eran enseñados por hombres, sino instruidos maravillosamente por el Espíritu Santo, el Espíritu de inteligencia (cf. Is 11,2) que les abría el tesoro de las Escrituras. Por eso, tienen el derecho de ser recibidos y escuchados por nosotros como si fueran la boca del mismo Dios (cf. Lc 10,16). (…) Nuestra fe está fundada sobre ellos, así como sobre los patriarcas y los profetas, a quienes el Espíritu mismo hizo oír la Palabra de Dios, sin mediar un hombre. Nosotros guardamos este fundamento. En cuanto a los que no estaban ahí, que no han aprendido de esa forma, creemos que no hablan por su opinión personal, sino que se apoyan sobre el testimonio de los apóstoles. La Revelación fue hecha a los apóstoles (…). A ellos fue revelado por el Espíritu Santo lo que hombres sin él no podían enseñar o saber.

12:24 p.m.


Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina. Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.

11:25 a.m.


Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos".

11:25 a.m.


Los que acuden a Dios, apoyándose en él, con el deseo de ser salvados, son realmente salvados: es la inspiración divina la que les hace concebir este deseo de salvación; son iluminados por Él que los llama a que lleguen al conocimiento de la verdad. Son en efecto, los hijos de la promesa, la recompensa de la fe, la descendencia espiritual de Abraham, «una raza elegida, un sacerdocio real" (1P 2,9), previsto desde antiguo y predestinado a la vida eterna... A través de Isaías, el Señor nos dio a conocer su gracia, que hizo de todo hombre una criatura nueva: " He aquí que voy a hacer algo nuevo, ya está brotando,¿ no lo notáis? Abriré un camino en el desierto, corrientes de agua en la estepa..., para dar a beber a mi pueblo elegido, a este pueblo que me he formado, para que proclame mi alabanza». Y en otro lugar dice: Ante mí se doblará toda rodilla, por mi jurará toda lengua» (Is 43,19s; 45,23). Es imposible que todo esto no llegue, porque la providencia de Dios nunca falla; sus designios no cambian; su voluntad perdura y sus promesas no son erróneas. Por consiguiente, todos los que asuman estas palabras serán salvados. Deposita, en efecto sus leyes en sus conciencias, las inscribe con su dedo en sus corazones (Rm 2,15); acceden al conocimiento de Dios, no por el conducto de la enseñanza humana sino bajo la dirección del maestro supremo: «Así pues, ni el que planta es nada, ni tampoco el que riega; sino Dios que hace crecer» (1Co 3,7)... A todos da la posibilidad de cambiar el corazón, tener un juicio justo y una voluntad recta. En el interior de cada hombre, Dios infunde el temor, para que se instruyan con sus mandamientos... celebren la paciencia de su misericordia, y los milagros que ha realizado: porque Dios los ha elegido, los ha hecho sus hijos, herederos de la nueva alianza (Jr. 31,31).

11:24 a.m.


Hermanos: Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza. Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo. Porque solamente en esperanza estamos salvados. Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia.

11:24 a.m.


Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenaba de risa y nuestra lengua de gritos de alegría. Entonces entre los paganos se decía: «¡Qué grandes cosas no ha hecho el Señor por ellos!» nuestra boca se llenaba de risa y nuestra lengua de gritos de alegría. Entonces entre los paganos se decía: «¡Qué grandes cosas no ha hecho el Señor por ellos!» nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. Hasta los mismos paganos decían: “¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! ¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas.

11:24 a.m.


Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas". Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa".

11:24 a.m.


La apelación de unión transformante evoca en primer lugar la regeneración espiritual y transformación completa del alma por el amor. El alma “se vuelve divina y Dios por participación” (cf. San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, 27). Su unión con Dios es tal que llegan a ser “dos naturalezas en un mismo espíritu y amor de Dios”. La plenitud de esas palabras libra sus secretos a la luz de definiciones de la gracia santificante y sus propiedades. La gracia santificante dada por el bautismo es una participación real a la vida divina. Entra en nuestra alma, establece su sitio en la sustancia como cualidad entitativa y toma posesión de las facultades por las virtudes infusas. No queda en la superficie como un barniz o al exterior como un injerto que prolonga el tallo. Ella es realmente infusa y penetra en la profundidad como un cuerpo simple, como aceite derramado y levadura, de los que no se puede parar la acción y la penetración invasoras. El alma y las facultades son a la vez envueltas y penetradas por esta vida divina. La vida espiritual es esta progresión conquistadora de la vida divina por invasión progresiva. La gracia es verdaderamente ese grano de levadura que una mujer pone en tres medidas de harina. (…) Ella sólo transforma para unir más a Dios. Unión y transformación van juntas. Tal es la propiedad esencial del amor y esta gracia es caridad, como Dios es amor. (…) La gracia o amor que invade el alma y la transforma es participación creada de la naturaleza divina. Pertenece al alma y permanece diferenciada de Dios. Sin embargo, ella es dada para unir al principio del que procede. Ella tira el alma en el brasero infinito que es Dios mismo y la mantiene por una unión constante como en su elemento vital.

11:24 a.m.


Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán. Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir, ¡Padre! El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él.

11:24 a.m.


¡Se alza Dios! Sus enemigos se dispersan y sus adversarios huyen delante de él. Pero los justos se regocijan, gritan de gozo delante de Dios y se llenan de alegría. Dios en su santa Morada es padre de los huérfanos y defensor de las viudas: él instala en un hogar a los solitarios y hace salir con felicidad a los cautivos, mientras los rebeldes habitan en un lugar desolado. ¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación! El carga con nosotros día tras día; él es el Dios que nos salva y nos hace escapar de la muerte.

11:24 a.m.


Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: "Mujer, estás curada de tu enfermedad", y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: "Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado". El Señor le respondió: "¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?". Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.

11:24 a.m.


    La semana consta de siete días. Dios nos ha dado seis para trabajar, uno para orar, descansar y liberarnos de nuestros pecados. Si hemos cometido faltas durante los seis días, podemos repararlas el domingo reconciliándonos con Dios.     Dirígete, pues, de buena mañana a la iglesia de Dios, acércate al Señor para confesarle tus pecados, ofrécele tu oración y el arrepentimiento de un corazón contrito. Estate atento durante la santa liturgia, acaba tu oración y no salgas antes de la despedida de la asamblea. Contempla a tu Señor mientras se parte el pan consagrado y se distribuye sin que se destruya. Y si tu conciencia es pura, acércate y comulga del cuerpo y de la sangre del Señor. Si, al contrario, la conciencia te acusa por tus malas acciones, no vayas hasta que no te purifiques de tus culpas por el arrepentimiento.     Este día, se nos ofrece como ocasión para la oración y el descanso. “Este es el día que hizo el Señor, hagamos fiesta y alegrémonos en él.” (Sal 117,24) Demos gloria a aquel que resucitó en este día, y al Padre en el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos.

11:24 a.m.


Porque así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: "¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!". Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí! Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel y Efraím es mi primogénito.

11:24 a.m.


Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenaba de risa y nuestra lengua de gritos de alegría. Entonces entre los paganos se decía: «¡Qué grandes cosas no ha hecho el Señor por ellos!» nuestra boca se llenaba de risa y nuestra lengua de gritos de alegría. Entonces entre los paganos se decía: «¡Qué grandes cosas no ha hecho el Señor por ellos!» nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. Hasta los mismos paganos decían: “¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! ¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas.

11:24 a.m.


Hermanos: Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. El puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por los propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

11:24 a.m.


Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!". Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!". Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Animo, levántate! El te llama". Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver". Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.

11:24 a.m.


    [Sobre el monte Sinaí, Moisés dijo al Señor: «Déjame ver, por favor, tu gloria.» Y Dios le contestó: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi belleza... pero no puedes ver mi rostro.» (Ex 33,18s).] Experimentar este deseo me parece propio de un alma animada por un amor grande hacia la belleza esencial, un alma en la que la esperanza no cesa de dirigir desde la belleza que ha visto hasta la que está más allá... Este petición audaz, que sobrepasa los límites del deseo, no es la de gozar de la Belleza a través de espejos o de unos reflejos, sino cara a cara. La voz divina concede lo que se pide por el mismo hecho de que el alma rechaza otros medios...: la munificencia de Dios le concede el cumplimento de su deseo; pero, al mismo tiempo no le promete el descanso ni la saciedad... En esto consiste la verdadera visión de Dios: en el hecho de que el que levanta hacia él los ojos, no deja jamás de desearle. Por eso él dice: «No podrás ver mi rostro»... El Señor que así había respondido a Moisés, se expresa de la misma manera a sus discípulos, iluminando así el sentido de este símbolo. Dice: «El que quiera seguirme» (Lc 9,23) y no: «Si alguno me quiere preceder».  Al que le dirige un ruego relacionado con la vida eterna, le propone lo mismo: «Ven y sígueme» (Lc 18,22). Ahora bien, el que sigue se dirge hacia la espalda del que le conduce. Así pues, la enseñanza que recibe Moisés sobre la manera según la cual es posible ver a Dios, es ésta: seguir a Dios donde Él conduce, esto es ver a Dios...     En efecto, al que ignora el camino por donde viajar con seguridad, no le es posible llevarlo a buen término si no sigue al guía. El guía le enseña el camino pasándole delante; el que le sigue no se alejará del buen camino si siempre fija su mirada en la espalda del que lo conduce. En efecto, si se deja ir por algún lado o bien si se pone frente a su guía, seguirá otro camino que no es el que le enseña el guía. Por eso Dios dice al que conduce: «No verás mi rostro», es decir: «No te pongas frente a tu guía». Porque entonces correrás en sentido contrario a él... Ahora ves cuán importante es aprender a seguir a Dios. Para el que así le sigue ya ninguna contradicción del mal se opone más a su camino.

11:24 a.m.


Por lo tanto, ya no hay condenación para aquellos que viven unidos a Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu, que da la Vida, me libró, en Cristo Jesús, de la ley del pecado y de la muerte. Lo que no podía hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios lo hizo, enviando a su propio Hijo, en una carne semejante a la del pecado, y como víctima por el pecado. Así él condenó el pecado en la carne, para que la justicia de la Ley se cumpliera en nosotros, que ya no vivimos conforme a la carne sino al espíritu. En efecto, los que viven según la carne desean lo que es carnal; en cambio, los que viven según el espíritu, desean lo que es espiritual. Ahora bien, los deseos de la carne conducen a la muerte, pero los deseos del espíritu conducen a la vida y a la paz, porque los deseos de la carne se oponen a Dios, ya que no se someten a su Ley, ni pueden hacerlo. Por eso, los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.

11:24 a.m.


Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes, porque El la fundó sobre los mares, Él la afirmó sobre las corrientes del océano. ¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos. él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.

11:24 a.m.


En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. El les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera". Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'. Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".

11:24 a.m.


[Santa Catalina escuchó a Dios decirle:] Lo quiera o no, el mundo me da gloria. En verdad, la gloria que yo retiro no es la que me debía dar, amándome sobre toda cosa. Pero alabanza y gloria a mi Nombre suben de él. Sobre las personas mundanas brilla mi Misericordia y la abundancia de mi Caridad, que les deja tiempo. En vez de mandar a la tierra devorarlos, espero su retorno. Ordeno a la tierra darles su fruto, al sol esparcir sobre ellos su luz y calor, al cielo moverse para continuar la vida en todo lo que creé para ellos. Tengo misericordia y caridad con ellos, no sólo no retirándoles estos dones por sus faltas, sino también otorgándolos tanto al pecador como al justo y frecuentemente más al pecador que al justo. Porque el justo está preparado para sufrir y lo privo de bienes en la tierra para darle más abundantemente bienes en el cielo. Mi caridad y misericordia desbordan sobre ellos. Otras veces, los servidores de lo mundano, con las persecuciones que hacen pasar a mis servidores, prueban su virtud, ponen en evidencia su paciencia y caridad, provocan sus humildes y continuas oraciones en medio de los sufrimientos. Oraciones y sufrimientos suben hacia mí como un homenaje de honor y alabanza a mi Nombre. Así, sin quererlo, aún cuando pretende ofenderme, el malvado trabaja para mi gloria.

Hermanos Franciscanos

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