En aquel tiempo se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».
Oración
Dios mío, permite que tenga este rato de oración con la sencillez, la confianza y la docilidad del corazón de un niño, consciente de mi pequeñez, de mi fragilidad y necesidad de dependencia, por ello te suplico, ven Espíritu Santo.
Petición
Señor, ayúdame a llevar a la práctica todas las enseñanzas que me deja tu Palabra.
Meditación del Papa Francisco
Haciéndolo así, ayudáis a transmitirla a la gente, y especialmente a los sencillos, a los que Jesús llama en el Evangelio "los pequeños". En efecto, "el caminar juntos hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto evangelizador". Cuando vais a los santuarios, cuando lleváis a la familia, a vuestros hijos, hacéis una verdadera obra evangelizadora. Es necesario seguir por este camino. Sed también vosotros auténticos evangelizadores. Que vuestras iniciativas sean "puentes", senderos para llevar a Cristo, para caminar con Él. Y, con este espíritu, estad siempre atentos a la caridad. Cada cristiano y cada comunidad es misionera en la medida en que lleva y vive el Evangelio, y da testimonio del amor de Dios por todos, especialmente por quien se encuentra en dificultad. Sed misioneros del amor y de la ternura de Dios. Sed misioneros de la misericordia de Dios, que siempre nos perdona, nos espera siempre y nos ama tanto. (S.S. Francisco, 5 de mayo de 2013)
Reflexión
En esta ocasión, los discípulos también se preocupan por saber quién sería el mayor de entre ellos. Suele suceder que en un grupo humano siempre hay uno o unos pocos que mandan y que en definitiva son los importantes. Los importantes en este mundo ocupan los primeros puestos, tienen muchos servidores a su disposición y quieren que se les tome en cuenta.
Cristo conocía el corazón humano y conocía el corazón de sus doce pescadores. Por ello, les previene de la forma más sencilla, a través del ejemplo de un niño. Porque si hay alguien en esta vida que nos da ejemplo de sencillez, naturalidad, candidez, franqueza son los niños. Quien sino ellos son el ejemplo auténtico de humildad de espíritu.
Por tanto, recibir a un niño en medio de nosotros significa acoger en nuestro corazón todas las virtudes que él representa. Y del mismo modo si queremos llegar a Cristo no nos queda otro camino más que el de la sencillez y humildad, el del servicio desinteresado a nuestro prójimo y en definitiva el camino de hacernos pequeños ante los demás que significa cortar todo engreimiento, vanidad y presunción delante de nuestro prójimo, y vivir para los demás olvidado totalmente de uno mismo.
Propósito
Confiar humildemente en que, unido a Cristo, puedo alcanzar la santidad con la sencillez de un niño.
Diálogo con Cristo
Jesús, Tú alabas la sencillez, la pureza, la apertura y la docilidad de los niños. Me pongo de rodillas y te digo que quiero ser una persona casta, pura, que pueda mirar directamente a los demás, con respeto y con amor fraterno.
En aquellos días dijo Jesús esta parábola: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. «Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama." Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros." «Replicó: "Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento." Díjole Abraham: "Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan." El dijo: "No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán." Le contestó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite."»
Oración introductoria
Señor, ayúdame a no dejar que mis pasiones me aparten del camino del amor. Quiero amarte en los demás, sin condiciones, sin límites egoístas. Quiero que mi inteligencia pueda creer en Ti como en él único que no engaña y que mi libertad siempre te elija a Ti, como lo único que colma mis ansias y anhelos, ahora y en la eternidad.
Petición
Jesús, que esta meditación me ayude a comprender que la verdadera caridad es aquella que se dirige a todos sin distinciones, es aquella que va hasta las últimas consecuencias, es aquella que no tiene medida.
Meditación del Papa Francisco
Cierto: debemos tener siempre bien presente que nosotros estamos justificados, estamos salvados por gracia, por un acto de amor gratuito de Dios que siempre nos precede; solos no podemos hacer nada. La fe es ante todo un don que hemos recibido. Pero para dar fruto, la gracia de Dios pide siempre nuestra apertura a Él, nuestra respuesta libre y concreta. Cristo viene a traernos la misericordia de Dios que salva. A nosotros se nos pide que nos confiemos a Él, que correspondamos al don de su amor con una vida buena, hecha de acciones animadas por la fe y por el amor. Queridos hermanos y hermanas, que contemplar el juicio final jamás nos dé temor, sino que más bien nos impulse a vivir mejor el presente. Dios nos ofrece con misericordia y paciencia este tiempo para que aprendamos cada día a reconocerle en los pobres y en los pequeños; para que nos empleemos en el bien y estemos vigilantes en la oración y en el amor. Que el Señor, al final de nuestra existencia y de la historia, nos reconozca como siervos buenos y fieles. (S.S. Francisco, 24 de abril de 2013)
Reflexión
Se cuenta que, en una ocasión, Sócrates paseaba por el mercado principal de la ciudad de Atenas. Y, al verlo, uno de sus discípulos le preguntó: "Maestro, hemos aprendido contigo que todo sabio lleva una vida simple y austera. Pero tú no tienes ni siquiera un par de zapatos". "Correcto" –respondió Sócrates—. El discípulo continuó: "Sin embargo, todos los días te vemos en el mercado principal, admirando las mercancías. ¿Podríamos juntar algún dinero para que puedas comprarte algo?". "¡Ah no!, tengo todo lo que deseo" –dijo Sócrates— "pero me encanta ir al mercado para ver que sigo siendo completamente feliz sin todo ese amontonamiento de cosas". No es más feliz el que tiene muchas cosas, sino el que no necesita de ellas.
El pasaje de hoy es una continuación temática del Evangelio del domingo pasado. Hace ocho días, a propósito de la parábola del administrador infiel, reflexionábamos en el peligro de las riquezas, no porque éstas sean malas, sino por las consecuencias tan deplorables que a veces ellas llevan consigo. No podéis servir a Dios y al dinero, nos decía Jesucristo. Y la parábola de hoy es una clarísima ejemplificación de esta enseñanza.
El rico epulón es ese tipo avaro y egoísta a quien no le importan la pobreza ni la indigencia del pobre. Se pasaba sus días banqueteando espléndidamente, con un derroche escandaloso de lujos, gozando de su abundancia y de sus desenfrenos. Mientras que el pobre Lázaro yacía postrado en el portal del palacio del rico, "cubierto de llagas y con ganas de saciarse de lo que tiraban de su mesa, pero nadie se lo daba". Su riqueza le hizo totalmente frío e insensible ante las necesidades más elementales y apremiantes del mendigo.
Incluso los perros se mostraban más compasivos que el avaro aquel.
La avaricia, el abuso y la indiferencia a la que conducen las riquezas se ha visto en todas las épocas de la historia de la humanidad. Ya el profeta Amós nos pinta con vivísimos colores la situación de la sociedad de Israel ocho siglos antes de la venida de Cristo: ¡Ay de vosotros, los ricos, que os acostáis en lechos de marfil y coméis los carneros del rebaño y las terneras del establo; canturreáis al son del arpa, bebéis vinos delicados, os ungís con los mejores perfumes, y no os doléis de los desastres de los pobres! Por eso, iréis al destierro, a la cabeza de los cautivos (Am 6, 4-7).
El problema no es, en sí, el hecho de comer bien y de gozar de las propias riquezas. Eso sería un pecado de gula que, al fin y al cabo, sería más fácilmente excusable. Lo verdaderamente grave y casi imperdonable es esa total despreocupación y aterradora indiferencia ante la desgracia del prójimo, mientras que muchos ricos nadan en sus lujos y vanidades, derrochando el dinero de una manera obscena y escandalosa.
También hoy en día sucede algo parecido. Ese rico epulón de la parábola pueden ser hoy los países ricos de Occidente, que se ahogan en el consumismo y en la abundancia, y que, con sus sistemas económicos, esclavizan tiránicamente a tanta pobre gente del África y de los países en vías de desarrollo. Éstos se mueren de hambre y se hallan desprovistos de los medios más indispensables para vivir con una cierta dignidad.
Pero yo no me refiero ahora sólo a estos casos. Tal vez en nuestras propias colonias y comunidades conocemos a algunas personas que viven en extrema pobreza y pasan apremiantes necesidades en su cuerpo o en su alma. A lo mejor los vemos todos los días en la calle, en las esquinas de las grandes avenidas pidiendo alguna caridad, o enfrente de los semáforos ganándose la vida como pueden, esperando de nosotros algunas monedas. Y quizá pasamos a su lado y nos encogemos de hombros pensando en que ése no es nuestro problema, y no movemos ni un solo dedo para socorrerlos. A muchos los vemos postrados, como el pobre Lázaro, y tal vez no nos compadecemos de ellos ni les damos siquiera las migajas que caen de nuestra mesa.
Pero fijémonos muy bien en la suerte final –¡tan diferente!— del uno y del otro. El rico murió "y lo enterraron". Quedó sepultado en la tierra y todos sus bienes se pudrieron juntamente con él. En cambio, el pobre Lázaro fue llevado al seno de Abraham, a gozar de la gloria de Dios. El primero recibió sus bienes en vida y, despúes de la muerte, fue a parar al infierno para purgar sus culpas y sus pecados; mientras que el pobre, que sólo recibió males en vida, fue llamado a recibir su recompensa en el cielo.
Cristo nos habló centenares de veces en el Evangelio acerca del cielo y del infierno, como premio o castigo de nuestras obras. No es un cuento de niños ni un invento de la Iglesia. Es una verdad fundamental de nuestra fe. De lo contrario, ¿a qué vino Jesucristo a la tierra? ¿Para qué se encarnó, abrazó los terribles sufrimientos de su pasión y murió en la cruz? Para salvarnos, ¿de qué? Si no hay un infierno y un cielo, todo eso no tiene ningún sentido.
El rico epulón fue condenado a las llamas del infierno por su egoísmo, su indiferencia y por no haber ofrecido su ayuda al pobre; no por haber sido un ladrón o un asesino, sino por su gravísimo pecado de omisión. Su culpa fue el haber pasado la vida entera sin pensar en los demás y el no haber abierto sus entrañas al necesitado. Ojalá que a nosotros no nos suceda lo mismo. Recordemos aquello que solía repetir san Juan de la Cruz: "En el atardecer de la vida seremos juzgados sobre el amor".
Propósito
Hagamos el bien a los demás ahora, mientras podemos; ganemos muchos méritos para el cielo mientras Dios nos concede este tiempo para ayudar a nuestros hermanos y tender una mano caritativa y generosa al necesitado. Entonces, al final de nuestra vida, seremos recibidos en las moradas eternas y gozaremos para siempre de la presencia y del amor de Dios, nuestro Padre.
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto.
Oración Introductoria
Ven Espíritu Santo, ilumina mi mente y mi voluntad para que nunca tema acercarme a mi Padre celestial en la oración. Hazme dócil a tus inspiraciones y ayúdame a corresponder a ellas con generosidad.
Petición
Jesús, ayúdame a entender, y a vivir, lo que hoy me quieres decir en esta oración.
Meditación del Papa Francisco
La novedad de Dios se presenta ante los ojos de las mujeres, de los discípulos, de todos nosotros: la victoria sobre el pecado, sobre el mal, sobre la muerte, sobre todo lo que oprime la vida, y le da un rostro menos humano. Y este es un mensaje para mí, para ti, querida hermana y querido hermano. Cuántas veces tenemos necesidad de que el Amor nos diga: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura..., y es ahí donde está la muerte. No busquemos ahí a Aquel que vive. Acepta entonces que Jesús Resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado lejos de él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en él, ten la seguridad de que él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como él quiere. (S.S. Francisco, 30 de marzo de 2013)..
Reflexión
Los discípulos de Jesús estaban asustados y no se atrevían ni a preguntar por el significado de sus palabras. Hablar de muerte no es fácil a nadie, porque es enfrentarse con el misterio y lo que nos trasciende no tiene explicación, sino que hay que aceptarlo en la fe y en la confianza. Jesús aceptó la muerte desde el abandono en su Padre y sólo así fue capaz de atraer sobre nosotros la salvación.
¡Cuántas veces nosotros nos perdemos en preguntas y cuántas otras no somos capaces ni de cuestionarnos por miedo a la respuesta!. Dios nos sorprende siempre en su infinito amor, y es la confianza y el amor lo que nos tiene que mover en la vida porque el temor paraliza y nos deja sin fuerzas para actuar. El que ama ha pasado de la muerte a la vida; por eso echemos fuera el miedo y vivamos en la plenitud del amor.
Propósito
Rezar una oración por el día de mi muerte porque solo Dios conoce el día y la hora que estaremos en su Presencia.
Diálogo con Cristo
Padre del Cielo y de la tierra, que no abandonas nunca la obra de tus manos, te pedimos alejes de nosotros todo temor, para que viviendo en la plenitud de tu amor sepamos dar testimonio de tu bondad y así nos hagamos creíbles ante los hombres.
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
Oración Introductoria
Señor Jesús, el Evangelio en muchas ocasiones menciona cómo sabías darte el tiempo y buscabas el mejor lugar para hacer oración. Ayúdame a aprender de Ti, que sepa darle siempre prioridad a mi oración.
Petición
Jesús, dame la luz y la fuerza para convertirme en un verdadero hombre/mujer de oración.
Meditación del Papa Francisco
Pienso en nosotros, bautizados, si tenemos esta fuerza. Y pienso: “Pero nosotros, creemos en esto? ¿Que el bautismo sea suficiente para evangelizar? O esperamos que el cura diga, que el obispo diga… ¿Y nosotros?”. Demasiado a menudo la gracia del bautismo se deja un poco aparte y nos encerramos en nuestros pensamientos, en nuestras cosas. A veces pensamos: “No, nosotros somos cristianos: hemos recibido el bautismo, nos hemos confirmado, hemos hecho la primera comunión… y así el carnet de identidad está bien. Y ahora, dormimos tranquilos: somos cristianos”. Pero "¿Dónde está esta fuerza del Espíritu que te lleva adelante? ¿Somos fieles al Espíritu para anunciar a Jesús con nuestra vida, con nuestro testimonio y con nuestras palabras?- cuando no lo hacemos, la Iglesia se convierte no en madre, sino en Iglesia niñera, que cuida al niño para que se duerma. Es una Iglesia adormecida. Pensemos en nuestro bautismo, en la responsabilidad de nuestro bautismo. (S.S. Francisco, 17 de abril de 2013)..
Reflexión
¿Quién dicen los hombres que soy? Es una pregunta que aún hoy nos hace Cristo a cada uno de los que profesamos el nombre de cristianos. Esa vez fue dirigida a los apóstoles y causó el mismo impacto que si nos la dijera hoy Jesús a nosotros. Ellos, que habían escuchado sus palabras, habían dejado todo por seguirlo, nunca se habían cuestionado sobre quién era "realmente" aquel Hombre que podía dominar la naturaleza y que curaba a los enfermos y perdonaba los pecados.
Ante la primera pregunta muchos respondieron de inmediato: que Juan el Bautista, que alguno de los profetas… Y vosotros, ¿quién decís que soy? Sólo ahora se quedaron estupefactos. No se lo habían planteado jamás. ¿Cómo era posible que no supieran quién era? Ocurre que muchos católicos tras años de bautizados, y después de haber visto la acción de la gracia tan patente por los sacerdotes, tampoco saben "realmente" quién es Él. Porque es una pregunta que se responde de corazón a corazón, no de un frío libro a una también fría mente. Cristo pregunta y lo hace porque desea que lo conozcamos de veras.
Sólo el bueno e intrépido de Pedro responderá justamente: Tú eres el Cristo. Porque se ha dejado llevar de la inspiración del Espíritu, él que será la Piedra de la Iglesia. ¿Sabemos quién es Cristo? Respondámosle sin miedo en la intimidad de la oración de corazón a Corazón.
Propósito
Esforzarme por tener a Cristo como el criterio de mis decisiones e imitar su estilo de vida.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, lo primero que debo de buscar, si quiero ser feliz, es vivir centrado en Ti, eso es lo esencial de mi vida. Tengo que arraigarme en Ti y corresponder generosa y alegremente a tu infinito amor. Te pido tu gracia para saber vivir en el amor al saberte reconocer en los acontecimientos, buenos y malos, de este día.
En aquel tiempo se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado.
Herodes dijo: A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas? Y buscaba verle.
Oración Introductoria
Espíritu Santo, ven a mi encuentro, guía mi oración, para conocerte, no por curiosidad, sino porque quiero seguirte y amarte más. Ilumina mi mente y despierta en mí el deseo de vivir con entusiasmo y, sobre todo, con mucho amor.
Petición
Señor, purifica mi intención en este momento de oración y en todas las actividades de este día.
Meditación del Papa Francisco
Dejaron su casa, llevaron consigo quizá pocas cosas; no tenían seguridad, pero fueron de sitio en sitio anunciando la Palabra. Llevaban consigo la riqueza que tenían: la fe. Aquella riqueza que el Señor les había dado. Eran simples fieles, apenas bautizados desde hacía un año o poco más, quizá. Pero tenían el coraje de ir a anunciar. ¡Y les creían! ¡E incluso hacían milagros! "Muchos endemoniados expulsaban espíritus impuros, dando grandes gritos, y muchos paralíticos y lisiados fueron curados". Y al final "¡hubo gran alegría en aquella ciudad!". Había ido también Felipe. Cuando hacemos esto, la Iglesia se convierte en una Iglesia Madre que genera hijos», hijos de la Iglesia que testimonian a Jesús y la fuerza del Espíritu. Estos cristianos -cristianos desde hacía poco tiempo- tuvieron la fuerza, el coraje de anunciar a Jesús. Lo anunciaban con las palabras, pero también con su vida. Suscitaban curiosidad: "Pero... ¿quiénes son estos?". Y ellos decían: "Hemos conocido a Jesús, hemos encontrado a Jesús, y lo llevamos". Tenían solo la fuerza del bautismo. Y el bautismo les daba este coraje apostólico, la fuerza del Espíritu". (S.S. Francisco, 17 de abril de 2013).
Reflexión
¿Quién es este hombre que congrega a las multitudes, este hombre que cura a los enfermos, este hombre que nos habla de un Reino nuevo y a quien el mar y el viento obedecen? ¿Es un reformador social? ¿Un nuevo profeta? ¿Un revolucionario? ¿O el hombre más genial de todos los tiempos?
Hoy nos surge también a nosotros el mismo deseo que a Herodes. Tenemos ganas de ver a Cristo. Queremos conocerle y estar con El.
Estamos contigo, Cristo. No podemos reprimir el decirte, como Pedro, "Tú eres el Hijo de Dios vivo". Gracias, Señor, por haber entrado en nuestras vidas. Por haber irrumpido en la historia de la humanidad. Por haber cambiado los destinos de los hombres.
Lo mismo que la historia se cuenta ahora a partir de tu nacimiento, queremos también que nuestras vidas se cuenten a partir de este encuentro contigo.
Ayúdanos a llevar esta Buena Noticia a los hombres, a cambiar la historia como Tú lo hiciste. Te buscamos, ven a encontrarte con nosotros y colma nuestros anhelos.
Herodes no sabía quién eras. Nosotros sabemos que Tú eres el Hijo de Dios, y que sólo Tú tienes palabras de vida eterna.
Propósito
En el lugar adecuado, darme el tiempo y el silencio necesarios para la oración. Queremos estar con Jesús, en este diálogo íntimo de hoy, en esta oración, en la que quiero ver Tu rostro para poder darlo a conocer a los nuestros.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por concederme la gracia, la confianza y el gran consuelo de poder dialogar contigo, porque por tu inmensa generosidad no sólo te conozco sino que tengo la seguridad que Tú siempre estás dispuesto a darme tu gracia y cercanía. Ayúdame a pasar este día haciendo el bien.
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
Oración introductoria
Señor, quiero ponerme en camino para predicar tu Reino con mi testimonio de vida. Inicio poniendo en tus manos mi intención y te pido, en esta oración, que me concedas un corazón generoso y seguro de su misión, para la cual sólo necesito de tu gracia.
Petición
Jesús, dame tu gracia para ser un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
Meditación del Papa Francisco
El sacerdote que sale poco de sí, que unge poco – no digo "nada" porque, gracias a Dios, la gente nos roba la unción – se pierde lo mejor de nuestro pueblo, eso que es capaz de activar lo más hondo de su corazón presbiteral. El que no sale de sí, en vez de mediador, se va convirtiendo poco a poco en intermediario, en gestor. Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor "ya tienen su paga", y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón. De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes, sacerdotes tristes, y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con "olor a oveja" – esto os pido: sed pastores con "olor a oveja", que eso se note –; en vez de ser pastores en medio al propio rebaño, y pescadores de hombres. Es verdad que la así llamada crisis de identidad sacerdotal nos amenaza a todos y se suma a una crisis de civilización; pero si sabemos barrenar su ola, podremos meternos mar adentro en nombre del Señor y echar las redes. (S.S. Francisco, 28 de marzo de 2013)..
Reflexión
¿Qué se necesita para predicar el Evangelio? Conocerlo. Nada más.
Vamos, pues, a descubrir dos lecciones que se esconden en este pasaje de san Lucas.
La primera es la profunda fe que debe tener el enviado a proclamar el Reino de Dios. Debe poner toda su confianza en Dios y no en sus propios recursos, sabiduría, medios técnicos, etc. Y esa fe exige también el desapego de las comodidades y la esperanza de que Dios proveerá todo aquello que necesite el apóstol para cumplir con su labor.
La segunda enseñanza va dirigida a los fieles que acogen al misionero, sacerdote o religiosa que viene de parte de Dios. Porque si ellos han entregado su vida, su tiempo y su esfuerzo para darnos a conocer lo más importante, ¿cómo vamos a despedirles sin darles ni siquiera de comer?
Jesús nos invita a atender las necesidades materiales de la Iglesia. Por ejemplo, ¿sabes cuántos seminaristas se están formando actualmente? ¿Y cómo lo harán para pagarse los estudios, la alimentación, el vestido, etc? Sería muy triste que un joven dejase casa, familia y amigos para abrazar la vocación sacerdotal y luego no tuviese medios para completar su formación.
Es buen momento para reflexionar en todo lo que nos da la Iglesia y ver qué aportamos nosotros a cambio.
Propósito
Acercar a Cristo, con mi oración y atención, a quien esté pasando por la enfermedad.
Diálogo con Cristo
Señor, el mundo necesita apóstoles santos. La persona «moderna» se caracteriza por su insensibilidad e indiferencia ante las necesidades de los demás. Por eso confío en que esta oración me ayude a pasar mi vida haciendo el bien, pensando bien, hablando bien y dando no sólo lo que tengo, sino sobre todo, lo que soy, con sencillez y generosidad.
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente. Le anunciaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte. Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.
Oración introductoria
Señor, yo escucho tu palabra y confío que, con tu gracia, la puedo poner en práctica. En esta oración quiero dejar a un lado mis pequeñas preocupaciones porque quiero estar todo para Ti.
Petición
Padre Santo, señálame el camino que debo seguir en este día para hacerte presente en el mundo.
Meditación del Papa Francisco
Sí, queridos hermanos y hermanas en Cristo, sintámonos todos íntimamente unidos a la oración de nuestro Salvador en la última cena con su invocación: ut unum sint. Pidamos al Padre misericordioso que podamos vivir plenamente la fe que hemos recibido como un regalo en el día de nuestro bautismo, y ser capaces de dar un testimonio alegre, libre y valiente de nuestra fe. Este será nuestra mejor servicio a la causa de la unidad de los cristianos; un servicio de esperanza para un mundo todavía marcado por la división, los contrastes y las rivalidades. Cuantos más fieles seamos a su voluntad, en los pensamientos, en las palabras y en las obras, más caminaremos real y sustancialmente hacia la unidad.
Por mi parte, deseo asegurar, en la estela de mis predecesores, mi firme voluntad de proseguir el camino del diálogo ecuménico y doy ya las gracias al Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, por la ayuda que continuará ofreciendo, en mi nombre, por esta noble causa. (S.S. Francisco, 20 de marzo de 2013).
Reflexión
El bautismo nos introduce en una nueva realidad: la de ser hijos de un mismo Padre y hermanos de todos los miembros de la Iglesia, porque así lo dijo Jesús.
La paternidad o maternidad física, siendo muy importantes, no lo constituyen todo para la persona. Porque cada hombre o mujer no depende únicamente de sus progenitores, sino sobre todo de Dios, que da el ser a todo cuanto existe.
Jesucristo insistió a sus discípulos en el tema de la fraternidad universal. Por este motivo, cualquier persona que sufre debe constituir un reclamo para mí. No puedo quedar indiferente, porque ¡se trata de mi hermano! ¿Cómo puedo abandonarle?
Este es el fundamento de la caridad cristiana. Todos los actos en favor de los demás, por ejemplo dar limosna a los pobres, no son un gesto filantrópico, sino que deben ser la respuesta a la necesidad de alguien que es como yo, hijo de Dios.
Quizás si profundizásemos un poco en esta verdad, cambiaría completamente nuestro trato con los desconocidos. Seguramente se nos ensancharía el corazón al pensar que el alumno que tengo en clase, la señora que atiendo en la oficina, el trabajador que está en la calle, es hijo de Dios y hermano mío. Ya no serían extraños para nosotros, sino que podrían decir de ellos: "Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte".
Propósito
Revisar qué estoy haciendo para dar a conocer a Cristo en mi propia familia.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, hazme un apóstol que logre encender en muchos corazones el fuego de tu amor. Dedicar mi tiempo a Ti, Señor, es la forma en que puedo dar un sentido real y trascendente a mi vida. ¡Cuántas personas cercanas aún no han descubierto cuál es la forma en que pueden tener un encuentro contigo! Por eso te pido que me ayudes a vivir de tal manera, que mi testimonio pueda llevar tu mensaje de amor a todos los que me rodean.
En aquel tiempo Jesús dijo a la muchedumbre: «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».
Oración
Señor, ayúdame a hacer esta meditación con un corazón desprendido, consciente que todo lo que tengo es don y gracia recibida, destinada a iluminar mi camino y el de los demás. Me pongo ante tu presencia, ¡ven Espíritu Santo!
Petición
Señor Dios, que sepa superar toda dificultad, temor o tribulación que me aparte de cumplir mi misión de ser luz para los demás.
Meditación del Papa Francisco
Esto tiene una consecuencia en nuestra vida: despojarnos de tantos ídolos, pequeños o grandes, que tenemos, y en los cuales nos refugiamos, en los cuales buscamos y tantas veces ponemos nuestra seguridad. Son ídolos que a menudo mantenemos bien escondidos; pueden ser la ambición, el carrerismo, el gusto del éxito, el poner en el centro a uno mismo, la tendencia a estar por encima de los otros, la pretensión de ser los únicos amos de nuestra vida, algún pecado al que estamos apegados, y muchos otros. Esta tarde quisiera que resonase una pregunta en el corazón de cada uno, y que respondiéramos a ella con sinceridad: ¿He pensado en qué ídolo oculto tengo en mi vida que me impide adorar al Señor? Adorar es despojarse de nuestros ídolos, también de esos más recónditos, y escoger al Señor como centro, como vía maestra de nuestra vida. (S.S. Francisco, 14 de abril de 2013).
Reflexión:
¿Qué es esto de que al que tiene se le dará? Si ya tiene para qué darle mas. ¿ y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener? Es una injusticia quitarle lo poco que tiene. ¿Cómo entender esta enseñanza evangélica?
Quién vive seguro en sus cosas pensando que con comer y vestir tiene resuelta su vida, ahí mismo se queda atrapado y poco a poco se va ahogando en su propio egoísmo. Es como el que teniendo dinero en el banco se fía de los intereses y se dedica a gastar; si no hace ingresos , poco a poco el dinero se agota y pierde lo que tenía.
Por el contrario una persona que vive de los valores del espíritu, que goza compartiendo su tiempo y su dinero con los hombres, su vida se carga de densidad, sus fuerzas se renuevan y todo parece renacer cada día.
Es cuestión de jugar a la banca rota del AMOR: dando te enriqueces; cuanto más te entregas más te posees. Es la paradoja del evangelio: morir para nacer; servir para reinar; dar para recibir...
Propósito
Vivir los valores del espíritu, gozar compartiendo mi tiempo y dinero con los demás.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, que viniste a luminar el mundo, te pedimos quieras acogernos en el esplendor de tu verdad para que guiados por tu luz caminemos siempre en la paz y podamos servir a nuestros hermanos con amor
Decía también a sus discípulos: Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu ministración, porque ya no podrás seguir administrando." Se dijo a sí mismo el administrador: ¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas. Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Respondió: Cien medidas de aceite." El le dijo: Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Tú, ¿cuánto debes?" Contestó: "Cien cargas de trigo. Dícele: Toma tu recibo y escribe ochenta. El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
Oración introductoria
Señor, comienzo esta oración haciendo un acto de desprendimiento de todo lo que soy y de lo que tengo. Todo lo bueno es tuyo y quiero ponerlo ahora a tus pies y ofrecértelo. Todo lo he recibido de Ti y todo quiero usarlo para tu gloria, para tu servicio y para hacer el bien a los demás. Ayúdame a hacer esta oración con un corazón desprendido y generoso para poner un sincero empeño en crecer en el amor a Ti y a los demás.
Petición
Jesús, ayúdame hoy a hacer el esfuerzo de vivir con autenticidad mi fe católica.
Meditación del Papa Francisco
Deseo dirigir a todos la invitación a la solidaridad, y a los responsables de la cuestión pública el aliento a esforzarse por dar nuevo empuje a la ocupación; esto significa preocuparse por la dignidad de la persona; pero sobre todo quiero decir que no se pierda la esperanza. También san José tuvo momentos difíciles, pero nunca perdió la confianza y supo superarlos, en la certeza de que Dios no nos abandona. Y luego quisiera dirigirme en especial a vosotros muchachos y muchachas, a vosotros jóvenes: comprometeos en vuestro deber cotidiano, en el estudio, en el trabajo, en la relaciones de amistad, en la ayuda hacia los demás. Vuestro futuro depende también del modo en el que sepáis vivir estos preciosos años de la vida. No tengáis miedo al compromiso, al sacrificio, y no miréis con miedo el futuro; mantened viva la esperanza: siempre hay una luz en el horizonte. (S.S. Francisco, 1 de mayo de 2013).
Reflexión
Dos viejos rivales son Dios y el dinero. Cristo ha advertido que no se puede servir a dos amos, que no se puede servir a Dios y al dinero, pero parece que el hombre se empeña en hacer todo lo contrario; pretende servir al dinero e incluso servirse de Dios. Hoy el hombre está más pendiente de la bolsa de valores o de la equivalencia del dólar, que de socorrer a los pobres, “la caja de caudales celestial” como decía San Francisco. Hoy el hombre no puede guardar, ya no se puede guardar, pero pretende disfrutar y tener la mejor posición aunque para eso tenga que pasar por sobre sus propios hermanos.
La historia se repite, pues Amòs, un profeta muy simpático pero muy claridoso, que habló al pueblo hebreo unos ocho siglos antes de Cristo, ya señalaba cómo el hombre no descansa el día domingo, e incluso le molesta la presencia del domingo, pues eso le obliga a no trabajar a no ganar, a no disfrutar. Me permito hacer una traducción libre de Amós: "Escuchen esto los que buscan al pobre sólo para arruinarlo, y andan diciendo: "¿Cuándo pasará el descanso del domingo para vender nuestro trigo, y la última versión de las computadoras, o la televisión con tecnología más avanzada, o el refri que hace hielitos y conserva espléndidamente los alimentos, o el nuevo celular o el radio más potente, o los nuevos cosméticos que te harán ver más joven, o la operación quirúrgica que te quitará unos cuántos kilos para que puedas disfrutar de nuevas comilonas?" Disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse, a las secretarias a entregarse, obligan a los pobres a venderse, a la mujer con muchos hijos a proporcionar un lascivo placer por unos cuántos pesos, y por unos cuántos pesos corrompen a los niños y a los adolescentes, poniendo droga en sus manos o abusando de sus frágiles cuerpecitos, y hasta venden el salvado como trigo, el garbanzo como café, los compuestos químicos como productos naturales y la fayuca (productos de contrabando y adulterados en México) como ropa, zapatos y perfumes de marca". Todo esto lo dice Amòs, para llegar a afirmar con todo el peso de las palabras: "El Señor lo ha jurado: No olvidaré ninguna de sus acciones".
Podremos pasarnos de listos, pero el Señor está pendiente de todo, y llegará el día, en que él "Levantará del polvo al desvalido y sacará al indigente del estiércol, para hacerlo sentar entre los grandes, entre los jefes de su pueblo".
Creo que Amós fue claro con su pueblo, pero Cristo se percató de que los hombres no se había dado por aludidos, por eso nos contó una historia que transmito también en versión libre: El gerente de una empresa fue pescado en una "tranza" y fue despedido de su trabajo, pero como éste era muy hábil y muy ingenioso, se puso a pensar en su futuro, cuando ya fuera echado del trabajo, y dicho y hecho, se dio a la tarea de llamar a los clientes morosos de la empresa y a uno que debía cien barriles de aceite le pidió que declara sólo cincuenta, y a otro que debía cien sacos de trigo, le ofreció rebajárselos a ochenta. De esta manera ingeniosa, el dueño reconoció la astucia y el ingenio del antiguo gerente.
Sin duda alguna que alguno de los lectores se sorprenderá que Cristo haya escogido a un ladrón y a un defraudador como ejemplo, pero Cristo quiere dejar en claro que no alaba la sinverguenzada, ni la falta de escrúpulos ni muchos menos la estafa, sino que lo puso como ejemplo por la astucia con la que había procedido. Todo esto para llegar a otra afirmación muy fuerte: "Ciertamente los hijos de este mundo son mas hábiles en sus negocios que los hijos de la luz" y para prevenir de la necesidad de valerse del dinero, tan lleno de injusticias, para ganarse amigos, para socorrer a los que no pueden recompensarnos en este mundo, pero que nos recibirán, ellos mismos en el cielo.
Cristo vuelve a poner sobre el tapete, la gran dificultad de tener dinero en la mano sin corromperse y sin encandilarse. El dinero que es causa de la proliferación de la droga, la venta de armamento a países, de la guerra étnica en algunas naciones, y de la corrupción de no pocos gobernantes en cualquier latitud del planeta que levantan un altar a este dios insaciable. El que tiene dinero, impone su fuerza y señala las reglas del juego. El que lo tiene, dicta las condiciones y los demás no tienen más remedio que aceptar, aunque en sus corazones anide el deseo de venganza y de violencia. Hemos llegado a envidiar al que lo tiene y admiramos al que ha sabido amasarlo. Pero San Juan Crisóstomo sostiene que detrás de toda fortuna, se esconde una injusticia: "forzosamente el principio y la raíz de tus riquezas proceden de la injusticia. Porque Dios al principio no hizo a uno rico y al otro pobre, sino que dejó a todos la misa tierra. ¿De dónde, pues, siendo la tierra común, tienes tú tantas y tantas hectáreas de terreno y tu vecino ni unos cuántos metros dónde construir su casita?"
Sin pretender decir la última palabra sobre el dinero, me ha parecido ingenioso lo que dice Andrés Pardo. Sobre el dinero, hay que saber GANARLO, para eso nos dio el Señor la capacidad, el ingenio y dos fuertes brazos, GASTARLO, dejarlo que corra, no detenerlo, no atajarlo, no atesorarlo, COMPARTIRLO, eso es lo que puede ser nuestra gran riqueza, nuestro gran tesoro, lo que ponemos en manos de los demás, y finalmente, DESPRECIARLO, no convertirlo en nuestro dios, no dejarlo que nos esclavice, pues Papini decía que la moneda "es la hostia infame del dinero, y quien lo ama y lo recibe con júbilo, se comunica visiblemente con el demonio. Quién toca el dinero con voluptuosidad, toca, sin saberlo, el excremento del demonio. Entre todas las cosas inmundas que el hombre ha manufacturado para ensuciar la tierra y ensuciarse él mismo, quizás sea la moneda la más inmunda de todas ellas".
Propósito
Que la oración en la fe nos haga considerar que Dios tiene que ocupar el primer lugar en el corazón y las riquezas y el afán y el poder de dinero lo último.
En aquel tiempo, vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: Sígueme. Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: ¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores? Mas Él, al oírlo, dijo: No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Oración Introductoria
Padre mío, escucho tu llamado y quiero seguirte. Deseo levantarme y salir de esta meditación convencido de quitar todo lo que me aparte de Ti, porque Tú bien sabes de mis debilidades y caídas, por eso te suplico que envíes a tu Espíritu Santo para que guíe esta oración y todo mi día.
Petición
Señor, que nunca sea sordo a tu llamado y sepa responder con alegría y generosidad.
Meditación del Papa
También nosotros, creo que somos este pueblo que por un lado quiere oír a Jesús pero por otro a veces nos gusta palear a los otros, condenar a los otros. El mensaje de Jesús es ese: la misericordia. Para mí, lo digo humildemente, el mensaje más fuerte del Señor es la misericordia. Él mismo lo dijo: no vine por los justos. Ellos se justifican por ellos mismos, bendito el Señor, si tú puedes hacerlo yo no puedo hacerlo, pero ellos creen que pueden hacerlo. Yo vine por los pecadores. Piensen en esa charla después de la vocación de Mateo: "pero este va con los pecadores". Y Él vino por nosotros, cuando reconocemos que somos pecadores. Pero si somos como aquel fariseo delante del altar: "te agradezco Señor porque no soy como todos los otros hombres y ni siquiera como aquel que está en la puerta, el publicano", no conocemos el corazón del Señor y no tendremos nunca la alegría de sentir esta misericordia. No es fácil confiarse a la misericordia de Dios, porque eso es un abismo incomprensible, pero debemos hacerlo. (S.S. Francisco, 17 de marzo de 2013)..
Reflexión
Dios respeta en su integridad al hombre, y cuando llama a un alma a su servicio, en su solemne poder, ni la violenta, ni la atosiga, sino que con paciencia y amor la deja casi andar a la deriva o al vaivén de las circunstancias. No es fácil, por tanto, dar una respuesta como la de Mateo: pronta, sincera, total.
San Mateo era un cobrador de impuestos, un pecador ante los ojos de todo el pueblo. Sólo Jesús fue capaz de ver más allá de sus pecados y vio a un hombre. Un hombre que podía hacer mucho por el Reino de los Cielos. Y le llamó con todo el amor y misericordia de su corazón para ser uno de sus apóstoles, de sus íntimos.
Todos hemos recibido la vocación a la vida cristiana. Dios nos ha creado para prestarle un servicio concreto, cada uno de nosotros. Tenemos una misión, como eslabones de una cadena. Decía el Cardenal Newman: "No me ha creado para nada. Haré bien el trabajo, seré un ángel de la paz, un predicador de la verdad en mi propio lugar si obedezco sus mandamientos. Por tanto confiaré en él quienquiera que yo sea, dondequiera que esté. Nunca me pueden desechar. Si estoy enfermo, mi enfermedad puede servirle. En la duda, mi duda puede servirle. Si estoy apenado, mi pena puede servirle. Él no hace nada en vano. ¡Él sabe lo que hace!"
Propósito
Pedirle a Dios que me ayude a eliminar todo lo que le ofende de mi comportamiento y por tanto, dar una respuesta como la de Mateo: pronta, sincera, total.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, de nada sirve decir que estoy dispuesto a seguirte si no estoy dispuesto a servir y a entregarme a los demás. Gracias porque solo Tu eres capaz de ver más allá de sus pecados.
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Hoy celebramos la Fiesta de San Mateo Apóstol Conoce más acerca de él.
En aquel tiempo, Jesús iba caminando por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
Oración Introductoria
Qué dicha la de los Doce y de las mujeres que supieron reconocerte y por ello dejaron todo para acompañarte y servirte. Permite que encuentre la luz y la fortaleza en esta oración para permanecer siempre fiel a tu gracia, aun cuando se presenten dificultades y problemas.
Petición
Jesucristo, ayúdame a escucharte, acompañandote en la oración, en el Santísimo Sacramento.
Meditación del Papa
Reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener. (S.S. Francisco, 3 de abril de 2013).
Reflexión
Tres mujeres en primera línea. Cada una con su vocación particular y las tres seguidoras incansables de las huellas de Jesús.
María Magdalena pasó a la historia por ser la primera persona que vio a Cristo resucitado. Todos recordamos esa escena: ella, llorando junto al sepulcro; el Señor que se le aparece como si fuera el hortelano. Luego el encuentro y el anuncio a los apóstoles. María Magdalena, la apasionada discípula que está junto a la cruz en el Calvario, junto a la Virgen y san Juan.
Había otras mujeres que seguían al Maestro de Nazaret. Juana también le acompañó desde los tiempos felices de los milagros hasta el dolor del sepulcro tras la muerte de Cristo. Era una persona importante en la ciudad. Una de esas santas mujeres que sabían estar, al mismo tiempo, entre la alta sociedad de la época y entre los pobres que escuchaban las palabras del Mesías.
También Susana ejerció un papel importante. Ella colaboraba con sus bienes para que el Señor y sus discípulos pudiesen dedicarse a lo importante: la predicación del Reino de los Cielos.
Son mujeres de actualidad, con un testimonio muy vivo. Son el reflejo del amor a toda prueba, de la fidelidad y de la ayuda a la obra de Cristo.
Propósito
Acompañar a Cristo en el Santísimo Sacramento y llevar a los demás un mensaje de amor de Jesús.
Diálogo con Cristo
Permite, Señor, que tanto los hombres como las mujeres de hoy tengamos una gran necesidad de Ti y seammos apóstoles que propaguen tu mensaje de verdad y de caridad.