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10:49 p.m.
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*4° Domingo Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy*
*Marcos 1, 21-28*

En aquel tiempo, llegó Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!” El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen”. Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.

*Reflexión:*
Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y obedecen. En los evangelios podemos leer más de una vez que Jesús mandó a sus discípulos a ir por el mundo predicando la Buena Noticia y curando a los enfermos. Y nosotros, los cristianos, debemos pensar también esto: que Jesús nos manda no sólo a enseñar con palabras, sino en muchos casos a curar las enfermedades de las personas. La palabra “curar” no debemos entenderla solamente aplicada a la sanación de enfermedades físicas, sino a la curación de cualquier clase de enfermedades, tanto físicas, como psicológicas, o espirituales.
Hoy día, como en tiempo de Jesús, aunque en distintas formas, hay muchas personas que parecen estar físicamente sanos, pero que de hecho sufren y padecen mucho interiormente. A todos los cristianos nos manda Jesús enseñar y curar.
Los cristianos tenemos la obligación de intentar imitar a Jesús “que pasó por el mundo haciendo el bien”. El mandamiento nuevo no es predicar doctrina, sino amar al prójimo como Cristo nos amó a nosotros. Prediquemos y curemos, si de verdad queremos ser buenos discípulos de Jesús. Así lo hicieron todos los grandes santos del cristianismo. Enseñaron con autoridad, como nos dice de Jesús el evangelio de este domingo. Hagamos nosotros lo mismo.

*Oración:*
Señor Jesús, enséñame a escuchar tu palabra como tu fiel discípulo, para que aprenda a amar como Tú amas y a confiar en que sólo Tú eres mi roca donde puedo refugiarme de las asechanzas del mal. Amén.

*Acción:*
Descubre amor de Dios.
Tómate un momento para pedir al Señor que te muestre la belleza del día vivido, los lugares que recorriste, las personas que encontraste, las tareas, el bien que has podido hacer y recibir, los aromas y colores, la naturaleza y cada detalle del día. ¿Qué quieres agradecer? Disfruta de este momento con Dios y disponte a vivir mañana en el Amor del Dios.
Ave María…
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*”Nuntium Verbi Dei”*
_”Mensaje de la palabra de Dios”_
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11:35 a.m.
Moisés dijo al pueblo: El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo; lo hará surgir de entre ustedes, de entre tus hermanos, y es a él a quien escucharán. Esto es precisamente lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: "No quiero seguir escuchando la voz del Señor, mi Dios, ni miraré más este gran fuego, porque de lo contrario moriré". Entonces el Señor me dijo: "Lo que acaban de decir está muy bien. Por eso, suscitaré entre sus hermanos un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo que yo le ordene. Al que no escuche mis palabras, las que este profeta pronuncie en mi Nombre, yo mismo le pediré cuenta. Y si un profeta se atreve a pronunciar en mi Nombre una palabra que yo no le he ordenado decir, o si habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá".

11:35 a.m.
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! ¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: «No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras.»

11:35 a.m.
Hermanos: Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes. El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor. En cambio, el que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y así su corazón está dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor, tratando de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su marido. Les he dicho estas cosas para el bien de ustedes, no para ponerles un obstáculo, sino para que ustedes hagan lo que es más conveniente y se entreguen totalmente al Señor.

11:35 a.m.
Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!". Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.

11:35 a.m.
«El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.» Es esta la manera de expresar su dolor: retorcerlo. El demonio, puesto que no había podido alterar el alma del hombre, ejerció su violencia sobre su cuerpo. Estas manifestaciones físicas eran, por otra parte, el único medio que tenía para dar a entender que iba a salir de aquel hombre. Al manifestar su presencia el espíritu puro, el impuro no puede hacer más que retirarse... «Todos se preguntaron estupefactos: '¿Qué es esto?'». Fijémonos en los Hechos de los Apóstoles y en los signos que dieron los primeros profetas. ¿Qué dicen los magos del Faraón al ver los prodigios que hacía Moisés? «Es el dedo de Dios» (Ex 8,15). A pesar de ser Moisés quien los lleva a cabo, reconocen que hay un poder mayor. Más tarde los apóstoles obraron otros prodigios: «¡En el nombre de Jesús, levántate y camina!» (Hch 3,6); «Y Pablo, en el nombre de Jesucristo, ordenó al espíritu salir de aquella mujer» (Hch 16,18). Siempre se recurre al nombre de Jesús. Pero aquí ¿qué es lo que él mismo dice? «Sal de él» sin precisar más. Es en su propio nombre que ordena al espíritu de salir. «Todos preguntaron estupefactos: '¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo». La expulsión del demonio no era en sí mismo nada nuevo: los exorcistas de los hebreos lo hacían corrientemente. Pero ¿qué dice Jesús? ¿Cuál es esta enseñanza nueva? ¿Dónde está la novedad? La novedad reside en que Jesús manda a los espíritus impuros con autoridad propia. No cita a nadie: él mismo da la orden; no habla en nombre de otro sino en nombre de su propia autoridad.

Hermanos Franciscanos

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