Ártículos Más Recientes

2:58 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
       
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5° Sábado Cuaresma
Solemnidad: San José, esposo de la Virgen María
El Evangelio de hoy 
Lucas 2, 41-51

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. 
Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia”. El les respondió: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?” Ellos no entendieron la respuesta que les dio. 
Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.

Reflexión:
La casa de José y María fue la escuela de valores donde Jesús creció en “edad, sabiduría y gracia”. Jesús aprendió de José de modo especial el oficio y así era conocido como el hijo del carpintero. Pero para entonces, cuando Jesús comenzó a ser conocido en Israel, muy posiblemente José habría fallecido. Las narraciones evangélicas no lo mencionan durante la vida pública del Señor. En su infancia, sin embargo, y antes incluso de su nacimiento, sí que nos hablan de José y de su fidelidad.
San Ignacio de Loyola dice que el amor se manifiesta en las obras y no en las palabras, y San José es el amor puesto en práctica; es el hombre de la fe firme, de la esperanza cierta y de la caridad entera”,  ya que que su amor se demostró en pequeños gestos, es porque “nos podemos imaginar lo que significó toda la responsabilidad para este hombre, de llevar adelante la Sagrada Familia. Además es el patrono del trabajo por eso pedimos en este día por todos los trabajadores”
Y también es “el abogado de la buena muerte, porque muere en brazos de Jesús y de María, por eso también tenemos que encomendarle a San José el modo en que vamos a partir a la casa del Padre” y, finalmente, es el patrono de la Iglesia universal.

Oración:
San José te pedimos que puedas cuidar a tu Iglesia como cuidaste al Niño Jesús y como cuidaste a María; que la hagas crecer cada día más en la fe, para que pueda llevar el Evangelio a cada rincón de la Tierra. Te pedimos que le transmitas tu fidelidad, tu sentido de justicia, tu sentido de responsabilidad, tu capacidad de trabajo y tu amor abrazado a la voluntad de Dios, ya que siempre estuviste donde Dios te quiso”.  Amén.

Acción:
Que San José, que no lo tuvo fácil, nos ayude a sembrar en las futuras generaciones, algo que fue medular en Él: el amor a Dios. Y, el día de mañana, nos encontraremos con hijos que reconozcan la labor que hicimos con ellos.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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11:49 a.m.
Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: «Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? Cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. El edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre.»

11:49 a.m.
Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo.» Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: «Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones.» El me dirá: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él.

11:49 a.m.
Hermanos: En efecto, la promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede de la fe. Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa herencia sea gratuita y la promesa quede asegurada para todos los descendientes de Abraham, no sólo los que lo son por la Ley, sino también los que lo son por la fe. Porque él es nuestro padre común, como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones. Abraham es nuestro padre a los ojos de aquel en quien creyó: el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen. Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones, como se le había anunciado: Así será tu descendencia. Por eso, la fe le fue tenida en cuenta para su justificación.

11:49 a.m.
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa,

11:49 a.m.
El clima de silencio que acompaña todo lo que se refiere a San José se extiende también a su trabajo como carpintero en la casa de Nazaret. Con todo, es un silencio que revela de una manera especial el perfil interior de esta figura. Los evangelios hablan exclusivamente de lo que “hizo” José. Pero dan pie para descubrir en sus acciones, envueltas en silencio, un clima de profunda contemplación. José estaba en contacto diario con el misterio “escondido desde siglos” (cf Col 1,26) y que “plantó su tienda” (Jn 1,14) bajo el techo de José. Esto explica porqué, p. e. Santa Teresa de Jesús, la gran reformadora del Carmelo contemplativo, fue una promotora de la renovación del culto a San José en la cristiandad occidental. El sacrificio absoluto de José de toda su existencia a las exigencias de la venida del Mesías en su casa, encuentra su justo motivo “en la insondable vida interior, de donde le vienen las órdenes y las ayudas del todo particulares y de donde emanan para él la lógico y la fuerza, propias de las almas simples y transparentes, de las grandes decisiones, como la de poner a disposición divina su libertad, su vocación humana legítima, su felicidad conyugal, aceptando la condición, la responsabilidad y la carga de la familia, renunciando, en aras de un amor virginal incomparable, al amor conyugal natural que constituye a la familia y la alimenta” (Pablo VI). Esta sumisión a Dios que es prontitud de la voluntad para consagrarse del todo al servicio de Dios, no es otra cosa que el ejercicio de la devoción que constituye una de las expresiones de la virtud de la religión, según Santo Tomás.

Hermanos Franciscanos

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