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El Papa León XIV durante el rezo del Ángelus / Crédito: Captura de video/Vatican Media

“Piedad y caridad, misericordia y abandono” son las virtudes de San José que el Papa León XIV destacó este domingo durante el rezo del Ángelus, animando a tenerlas presentes al transitar los últimos días del Adviento. 

La liturgia de este cuarto domingo de Adviento, señaló el Santo Padre desde la ventana del Palacio Apostólico, nos invita a meditar sobre la figura de San José, en particular, “en el momento en el que Dios le revela su misión en sueños”. 

Se trata de “una página muy hermosa de la historia de la salvación, cuyo protagonista es un hombre frágil y falible —como nosotros— y, al mismo tiempo, valiente y fuerte en la fe”, describió. 

Tomando como referencia el Evangelio de Mateo, el pontífice recordó que José de Nazaret fue un “hombre justo”, y un “israelita piadoso, que observa la Ley y frecuenta la sinagoga”, al tiempo que “una persona extremadamente sensible y humana”. 

En ese sentido, recordó que “aun antes de que el Ángel le revele el misterio que se está cumpliendo en María, frente a una situación difícil de comprender y de aceptar, él no elige la vía del escándalo y de la condena pública a su futura esposa, sino el camino discreto y benévolo del repudio en secreto”. 

De esa manera, señaló el Papa León, “demuestra que ha captado el sentido más profundo de su propia observancia religiosa: el de la misericordia”. 

“La pureza y la nobleza de sus sentimientos se vuelven aún más evidentes cuando el Señor, en sueños, le revela su plan de salvación, indicándole el rol inesperado que deberá asumir: ser el esposo de la Virgen Madre del Mesías”, añadió.  

Un gran acto de fe 

En ese contexto, el Pontífice destacó el “gran acto de fe” de José, quien “deja también la última orilla de sus seguridades y navega mar adentro hacia un futuro que ya está totalmente en las manos de Dios”.  

En palabras de San Agustín, “a la piedad y caridad de José le nació de la Virgen María un hijo, Hijo a la vez de Dios”. 

“Piedad y caridad, misericordia y abandono; estas son las virtudes del hombre de Nazaret que la liturgia nos propone hoy, para que nos acompañen en estos últimos días de Adviento, hacia la santa Navidad”.  

Estas, subrayó León XIV, “son actitudes importantes, que educan el corazón al encuentro con Cristo y con los hermanos, y que nos pueden ayudar a ser, los unos para los otros, pesebre acogedor, casa confortable, signo de la presencia de Dios”.  

Por eso, aconsejó: “En este tiempo de gracia, no perdamos ocasión para practicarlos: perdonando, animando, dando un poco de esperanza a las personas con las que vivimos y a aquellas que encontramos; y renovando en la oración nuestro abandono filial en el Señor y en su Providencia, encomendándole todo con confianza”. 

“Que nos ayuden en esto la Virgen María y san José, que fueron los primeros en acoger a Jesús, el Salvador del mundo, con gran fe y amor”, concluyó. 

null / Cuarto Domingo de Adviento 2025 / ACI Prensa

Hoy celebramos el Cuarto Domingo de Adviento y la Iglesia nos invita a contemplar a María Virgen, pronta a dar a luz. El Evangelio para este último domingo de preparación para la Navidad está tomado de San Mateo (Mt 1, 18-24).

Ella, desde aquel "¡Sí!" con el que respondió al ángel el día de la Anunciación, empezó a preparar su humilde hogar al ritmo con el que iba preparando el corazón para acoger a su Hijo Jesús, el Salvador.

Y, ahí no queda todo. La Doncella de Nazareth no se queda ensimismada, o apartada de las necesidades de los demás. No. Ella sale al encuentro de su prima Isabel, llevando a su bebé, Jesús, en el vientre. No tiene temor en acudir a quien la requiere. María, la Virgen del Adviento, va en ayuda de quien está en necesidad. ¿Qué la mueve a casa de la prima? Pues el amor. ¡Todo el amor del mundo se está gestando en su vientre! ¡Benditos nueve meses en estado de buena esperanza!

Hoy, la Iglesia nos recuerda que es Ella, María Santísima, quien nos abre de par en par las puertas del amor y la esperanza. María es el pórtico de la Navidad; la garantía de que cada ser humano es capaz de albergar la vida y alcanzar el cielo.

Sugerencia práctica para estos días

Es hora de acudir a la Virgen María. Ella está por dar a luz y lleva nada menos que a Dios en su vientre. Ese niño será reconocido como el Salvador de las Naciones. ¡Cuánto gozo habrá experimentado la Madre de Dios!

Acompañemos a la Virgen con nuestra oración: te recomendamos que hagas la Oración Familiar del Cuarto Domingo de Adviento. ¡Que sea ocasión para amar más a Jesús, y contemplarlo con los ojos con los que María lo amó!

Lectura del Evangelio del Cuarto Domingo de Adviento según San Mateo: (Mateo 1, 18-24)

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: "José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados".

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Hermanos Franciscanos

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